Un año. Ése era precisamente el
tiempo que había transcurrido desde el nacimiento de Alex. Durante ese período
de tiempo, habían pasado infinidad de cosas, tanto a nivel personal como
profesional y tanto a John como a mí.
Por una parte, los chicos habían
decidido tomarse un descanso como grupo. Era curioso: en ningún momento se
había hablado de ruptura, cosa que a mí, sabiendo lo que sabía, me había
extrañado muchísimo. Simplemente querían tomarse un tiempo, probar con sus carreras
en solitario y desintoxicarse un poco del viciado aire que se respiraba en el
seno de The Beatles. Como ellos mismos habían dicho, eran unas vacaciones, un
merecido descanso después de tantos años juntos y que era completamente
necesario para evitar que las relaciones personales entre ellos acabaran peor
que mal. Y nadie, absolutamente nadie, quería eso. Al fin y al cabo, eran
cuatro amigos que habían compartido muchísimas cosas juntos y era una lástima
que su relación acabara echándose a perder por culpa de asuntos meramente
profesionales.
Por otra parte, Clare Simons
había dejado de existir, al menos como personaje anónimo y sin rostro. No, no
había sido un accidente el hecho de que hubieran descubierto que yo estaba
detrás de esa misteriosa escritora que hacía unos meses había sacado su primera
novela a la luz. Fue, simple y llanamente, fruto de una maniobra de marketing
llevada a cabo por Tom Maschler, pese a que a mí aquello no me hiciera
demasiada gracia. Según él, la novela era buena y no merecía el poco tirón que
estaba teniendo en su primera edición. En un principio, intenté convencerle de
que para mí estaba teniendo las suficientes ventas y de que el hecho de ya se
estuviera a punto de agotar aquella primera edición a las pocas semanas de salir
a la venta, suponía ya un éxito redondo. Bien, pues para mí era un éxito
redondo, pero para él, no. Así que, sin tener en cuenta mis protestas iniciales
me organizó una rueda de prensa ante los medios especializados en literatura
para desvelar mi identidad bajo la excusa de un acto promocional. Bonito
revuelo se armó cuando me vieron aparecer, acompañada por un John que no se lo
había querido perder por nada del mundo, en aquel salón de actos de un conocido
hotel de Londres, el lugar elegido para aquella rueda de prensa. No hace falta
ni siquiera decir que las ventas de mi novela se dispararon a partir del día
siguiente con la consiguiente satisfacción de Maschler y mi creciente fastidio.
De hecho, me preguntaba a mí misma sin descanso cuántas de esas fans de The
Beatles que se habían comprado el libro se lo habrían leído en realidad.
Pero, pese a toda esa maraña de
acontecimientos, lo que más nos había cambiado la vida durante ese año había
sido sin duda aquel pequeño terremoto en miniatura que teníamos por hijo.
Contra todo pronóstico, John y yo nos habíamos acostumbrado rápidamente al
papel de padres. Tal vez, lo único que habíamos llevado peor era el hecho de no
ser capaces de dormir de tirón ni una sola noche, en especial durante los
primeros meses de vida de Alex. Por lo demás, todo estaba genial, hasta tal
punto que nuestros amigos se extrañaban al vernos tan metidos en nuestro papel
de padres, en especial al ver a John. Quizá nadie había esperado en su vida que
aquel bala perdida que había sido durante tanto tiempo fuera capaz de ponerse
una máscara de responsabilidad cuando tenía al niño cerca. Pero, pese a eso,
seguíamos siendo los mismos de siempre y nuestra relación no había cambiado en
absoluto. Era bonito ver como Alex crecía acompañada por alguien como John.
Y con todo aquello sobre nuestras
espaldas, allí estábamos los dos aquella mañana fría de principios de febrero
en nuestra casa, arreglándonos para dar lo que iba a ser el segundo gran paso
que íbamos a dar juntos: casarnos. Iba a ser una ceremonia íntima que sólo
iba a contar con la gente más cercana a
nosotros, en un juzgado a las afueras de Londres. De hecho, ni siquiera
esperábamos celebrarlo después por todo lo alto: simplemente íbamos a hacer una
pequeña reunión en casa para comer y ya. Y es que tampoco tenía mucho sentido
el ponerse a celebrar a íbamos a iniciar nuestra vida juntos cuando ya
llevábamos viviendo juntos desde hacía más de año y medio y teníamos hasta un
hijo en común.
-John, por favor, deja a Alex
tranquilo y cámbiate, ¿quieres?
Pese a que la petición de por sí
pudiera llegar a parecer seca, lo cierto era que la había hecho sonriente,
intentando a toda costa no ponerme a reír allí mismo al ver la escena que tenía
lugar delante de mis narices. Y es que, allí sobre nuestra cama, estaba John
con el pijama aún puesto y con el niño al lado, haciéndole a Alex todo su
amplísimo repertorio de caras extrañas y provocando que el niño no parara de
reír a carcajada limpia.
-Sí, sí, ahora.-dijo él
volviéndose hacia mí.-Pero espera un segundo… Vamos, Al, muéstrale a mamá cómo
pones una cara fea.
Alex me miró unos segundos y, a
continuación, arrugó la frente y abrió la boca en una mueca de lo más graciosa.
Aquello hizo que inmediatamente me pusiera a reír y, sin poderlo resistir más
me acerqué hacia ellos, agarré al niño en brazos y le di un sonoro beso en la
mejilla que hizo que él soltara una risita.
-Hay que ver mi niño qué guapo
es.-le dije antes de darle otro beso. Y otro. Y otro.
-Lo vas a gastar a besos.-rió
John poniéndose en pie y plantándose a nuestro lado.-Por cierto, que a mí no me
das tantos, ¿eh?
-¿Celoso, Johnny?-pregunté
divertida mirándolo.
-Tal vez…
Solté una risita antes de
acercarme un poco más a él y darle, sin soltar a Alex, un beso en los labios.
-A ti también te encuentro de lo
más guapo.-le dije cuando nos separamos.-¿Contento ahora?
-La verdad es que así está mejor,
muchísimo mejor.-me sonrió él.-Por cierto, ¿a qué venían tantas prisas?
Cualquiera diría que te tienes que casar o alguna cosa de ésas…
No pude evitar soltar una
carcajada ante la broma de John. No obstante, aquel comentario hizo que, de
nuevo, con tan sólo oírlo nombrar, volvieran a apoderarse de mí aquellas
mariposas que desde hacía varios días había sentido cada vez que pensaba en la bosa.
Vale, no iba a ser como la boda real, pero era mi boda al fin y al cabo y, por
humilde que fuera, tenía todo el derecho del mundo a ponerme nerviosa.
-¿Puedes creerte que estoy hecha
un flan de puros nervios?-le pregunté a John.
-Si te digo la verdad, yo también
estoy así con todo esto…-contestó él con suavidad.-Es una tontería porque ya
llevamos viviendo juntos de ya hace tiempo, pero… ya ves.
-Estamos hechos un par de tontos,
Johnny.-bromeé yo sentando a Alex de nuevo sobre la cama.-Anda, cariño, espérate
ahí sentadito mientras papá y mamá se cambian.
Pese a que al principio protestó
porque lo había dejado, pronto olvidó su pequeña rabieta cuando le acerqué el
peluche con el que había estado jugando toda la mañana.
-¿Ves, Al?-dijo John mirándolo,
aunque el niño, entretenido como estaba, ni siquiera levantó la cabeza.-Por fin
vas a tener unos padres casados como la gente normal. Dejaremos de vivir en
pecado.
-Hay que ver que tontaina que
estás hecho…-reí yo dándole un manotazo cariñoso en el brazo.-Vamos, pecador,
vistámonos o vamos a llegar tarde a nuestra propia boda.
**************************************
Apenas cabía un alfiler en la
sala del juzgado. No es que hubiera mucha gente, sólo los más allegados, pero
aquello era tan pequeño que, con poco, estaba lleno.
Pese a todo, los otros tres
Beatles habían venido a la boda. Y es que, desde que habían dejado de trabajar
juntos, las cosas parecían mucho mejor entre ellos, lejos del fantasma de las
discusiones en el estudio de grabación. Ellos tres, junto con Rachel, Lisa y
una ya visiblemente embarazada Anna, observaban aquella escueta ceremonia en
silencio y sonrientes. A su lado, Mimi y unos cuantos más, como Mal, Neil y las
medio hermanas de John, hacían lo mismo.
Y mientras, allí estábamos John y
yo, escuchando aquella perorata que nos estaba soltando el juez de paz que nos
estaba casando. Bueno, en realidad, por lo menos en mi caso y seguramente
también en el de John, fingíamos que escuchábamos, pues los dos estábamos más
pendientes de los intentos de Alex por zafarse de Anna y hacer de las suyas que
de otra cosa.
De repente, el apretón de mano
que me dio John hizo que volviera a fijar mi atención en lo que estaba diciendo
el juez. Efectivamente, casi en el momento justo en el que volvía a poner mis
cinco sentidos en escuchar, el hombre empezó a pronunciar con voz mecánica unas
de las palabras más cruciales de toda mi vida.
-John Winston Lennon, ¿aceptas a
Briseida Vila Martínez como legítima esposa?
Instintivamente, volví a mi cara
hacia John y lo miré, sonriente. Él, por su parte, me dedicó una mirada cargada
de amor antes de contestar.
-Sí, acepto.
-Y tú, Briseida Vila Martínez,
¿Aceptas a John Winston Lennon como legítimo esposo?
Sólo dos palabras. Eso era lo que
me separaba de estar casada con la persona que me hacía feliz. Volví a clavar
mis ojos en los suyos, intentando transmitirle así todo lo que estaba sintiendo
en esos momentos. Sonreí.
-Sí, acepto.
No dejé de mirarle durante un
solo segundo cuando dije eso. Tampoco lo hice cuando por fin el juez nos
declaró con voz monótona marido y mujer. John tampoco lo hizo. Los dos
estábamos demasiado absortos el uno con el otro como para mirar al juez en
aquellos momentos.
Y entonces, con cuidado, John se
inclinó hacia mí y me dio un beso tierno e inmensamente largo ante todos los
allí presentes.
-Te quiero mucho, mi Bri.-susurró
cuando despegamos nuestros labios.-Y siempre, siempre lo haré.
******************************************
Jueves, 9 de abril de 1987
Londres
“Te quiero mucho, mi Bri. Y siempre, siempre lo haré.”
No supe si en realidad John me
acababa de decir aquello o era sólo un potente recuerdo que resonaba en mi
mente. Reconocí la mano de John acariciándome la cara, con suavidad. Tal vez sí
que lo había dicho en realidad. Tal vez había repetido, tantos años después,
aquellas palabras exactas que tanto significaban para mí. Algo me decía que sí,
que lo había hecho.
Aunque pueda parecer mentira,
aquellas palabras y aquella leve caricia, me dieron fuerza, una fuerza que a aquellas
alturas yo ya consideraba perdida del todo. Y así, incluso sorprendiéndome a mí
misma, abrí los ojos lentamente.
-¡Mamá!
Julie fue la primera que soltó
aquel grito de sorpresa al que pronto se le unieron Matt y Alex.
Lo primero que vi fue la cara de
John delante de mí. Tenía los ojos tojos, llorosos, como nunca antes se los
había visto, pero, aún así, se las ingenió para dedicarme una sonrisa sincera.
-Bri, cariño… Estás despierta.
Sólo pude apretarle un poco la
mano que sostenía la mía a modo de respuesta. Abrir los ojos, al parecer, había
consumido ya todos mis recursos. A continuación, miré a mi alrededor. Julie,
Alex y Matt estaban al lado de su padre; Matt evidentemente deshecho, Julie y
Alex un poco más enteros aunque los conocía lo suficiente como para saber que
ya no podrían estar más rotos por dentro. Un poco más apartados, en un discreto
segundo plano, Rich y Anna, abrazada a él, triste, junto con sus hijos. Y en el
sillón individual de la esquina, como siempre, Greg, quien observaba todo
aquello serio y sin mediar palabra, como si estuviera viendo una película que
no acabara de ir del todo con él.
Aquella imagen, verlos a todos
tan hechos polvo, me entristeció muchísimo. Vale, de acuerdo, era reconfortante
ver como las personas a las que más querías en el mundo estaban a tu lado en
ese momento; pero, por otra parte, odiaba verlos sufrir de ese modo. Era una
cosa que me hacía sentir sumamente impotente puesto que yo nada podía hacer por
remediarlo. El destino era así de cruel.
Aún estaba pensando en todas
aquellas cosas cuando, de repente y sin decir ni una palabra, Julie se acercó
hacia mí, se inclinó y se fundió en un torpe abrazo conmigo. Casi en el acto,
Alex y Matt la imitaron. Sentir su contacto justo en aquellos últimos momentos me
emocionó. Mis niños, los tres, cada uno diferente entre sí pero igual de
especial para mí. Mis niños a los que iba a echar tremendamente de menos allá
donde fuera. Un par de lágrimas rebeldes cargadas de sentimiento se me
escaparon rodando mejillas abajo mientras los cuatro permanecíamos fundidos en
aquel abrazo que parecía eterno.
Perdí la noción del tiempo en
aquel instante: ni siquiera sé cuánto tiempo pasamos así, si fueron segundos o
minutos, hasta que los chicos, poco a poco se fueron se fueron separando de mí
lentamente.
Aún me dio tiempo a mirarles
detenidamente, a todos. También a Anna, a Ringo y a sus hijos. También a Greg.
Y, por supuesto, también a John, quien se inclinó hacia mí y me dio un suave
beso en los labios.
De repente, cuando apenas le
había dado tiempo a separar su boca de la mía, volvió a ocurrir. De repente, mi
cuerpo se sacudió de arriba a abajo en un violento espasmo. Dolor, dolor y más
dolor, aquella vez más fuerte y más intenso que las otras veces. Abrí los ojos
como platos, hasta tal punto que llegué a temer que se me salieran de las
órbitas. Era como si me rompiera en mil pedacitos por dentro, era como si
alguien estuviera partiendo mis órganos en dos. Oxígeno. Necesitaba oxígeno.
Abrí la boca, histérica, intentando agarrar aire. No lo conseguí. Sin ni
siquiera pretenderlo, un gemido agónico y lastimero salió de ella antes de que
otro espasmo hiciera que mi cuerpo volviera a sacudirse violentamente en el
sofá.
Y entonces cerré los ojos y todo
cesó.
Aún pude escuchar un grito agudo
a lo lejos, aunque no pude prestarle la menor atención. El dolor había cesado
por completo. Me sentía bien, tranquila y en paz conmigo misma. Aquello era
como estar flotando sobre un mar de calma aunque lo único que podía ver ante mí
era… la oscuridad.
En primer lugar, entenderé a la perfrección si como lectoras de esto os organazáis y decidís hacer una expedición a mi casa para lincharme por haberos dejado así. Lo entiendo y lo comprendo, jajajaja. No obstante, antes de que agarréis las armas y todo eso, dejadme decir una cosa: JURO SOLEMNEMENTE QUE SUBIRÉ MUY PRONTO EL CAPÍTULO 19, de verdad. Mejor así? Bueno, pues mejor también para mi integidad física... :P
Bien, vale, ya, me dejo de decir pavadas y me pongo un poquitín más seria. Este capi en particular me costó escribirlo, sobre todo la parte final, en la que ha pasado lo que ha pasado. Espero que no se note mucho y que, pese a todos los pesares, hayáis disfrutado leyéndolo (si es que se puede disfrutar con esto, claro).
Por mí prácticamente que nada más antes de despedirme, sólo agradecer muy sinceramente a las lectoras que permanecéis ahí fieles leyendo esto y muy especialmente a mis comentaristas: Mane, María (alias La Rebelde :P ) y Ximm. Sé que lo he dicho muchas veces, pero para mí es un aliciente muy importante.
Y bien, ya me dejo de incordiar y me despido ya de verdad. Un abrazo y un saludo a todas! Muaaa! :D
Nooooooooooooooo!!!!!!!! BRI! No sigas la luz al final del camino! :(
ResponderEliminarLloré, lloré y volvía a llorar cuando leí el final. ;n;
Ya se casaron /^^/ = soy feliz
Ya se murió = soy infeliz :'(
Ennnn fin gracias por agradecer (que no de deberías) por que te leemos. Es un gusto leerte.
NOOOO ¡¿POR QUÉEEE?! No quería que llegara nunca el momento en que Bri muere, pero lamentablemente tenía que llegar, y llegó.
ResponderEliminarDe feliz pase a estar triste.
Es tan hermoso como toda su familia está con ella hasta el último momento de su vida, aunque eso si, también es muy triste pero reconfortante para Bri.
Espero ansiosamente el capítulo 19. Besos. ❤️ :)
No sé qué hago acá, porque no iba a venir, because estoy MUY ENOJADA. Acá ya estoy preparando las armas para atacarte, a saber, bolas de papel y almohadones para revolearte. Ves? Tengo un armamento tremendo, yo que vos reescribo todo el capitulo y al final pido piedad y misericordia.
ResponderEliminarBueno, aunque no sepa qué hago acá, ya que vine, voy a comentar.
No hace falta decir que ESTOY MUY ENOJADA, JUM.
Mejor me voy, chau.
Meeeeeeeentira! No estoy enojada. Bueno sí, pero se me pasa enseguida cuando releo el capitulo y….la puta, qué bien escrito está. Habrás sudado y todo lo que quieras, pero...qué genialidad, qué VRUTALIDAD. Mirá, me gusta tanto que no usaré mi armamento contra vos, al contrario, lo pondré a tu disposición por si alguien quiere lincharte, como dijiste (yo pensaba que eso de “linchar” era cosa de acá, ya veo que no). Ya te dije todo por el wasap y te pusiste colorada y me dijiste exagerada y que no me emocione, pero es que es inevitable, escribís muy bien! O sea, estoy leyendo Anna Karenina y todavía no me movió un pelo, y vos tirás esto y me dejás temblando y con la piel de gallina,(bueno, soy un gallo, así que…) por lo tanto, para mí, PARA MÍ, escribís mejor que Tolstoi. Ya está, lo dije, ahora que vengan los rusos a meterme presa!
Bien, dejo de decirte cosas porque te metés abajo del sofá o abajo del almohadón, no me acuerdo bien, todo porque me saliste vergonzosa. Voy a lo que importa, the capi!
Ya pasó un año? Ya el Alex, el bepi, tiene un año? Waaaaa, que bárbaro! Y además, qué bárbaro que están super compenetrados con el papel de padres, más aún John! Me encanta, todo ahí haciéndole morisquetas al nene jaja. Otra cosa, qué choto que ya no tenga seudónimo…digamos que perdió la tranquilidad, además en el “circulo” literario como que no te toman enserio por mas que seas una gran escritora porque sos familiar de alguien famoso. Igualmente, estoy segura que seguirá escribiendo y tendrá éxito, y que se caguen los literatudos XD y las fans interesadas.
Otra cosita: Anna embarazada? WTF? De quién? Ah re boluda jajjaja. El Alex tendrá primitos, aunque espero que sus papis tengan otros bepis bien pronto :)
Me parece re super tierno que se casen, John ha cumplido! Y qué importa que ya tengan mas de un año juntos, y un hijo, y todo…Esto me hace acordar que el miércoles tengo el casamiento de mi compañera de flamenco que me maltrata pero la quiero, porque soy masoquista jajaa y se casa después de trece años de pareja. O sea, que John y Bri, para casarse, están re re re bien!
Sigo insistiendo con que John es lo mas tierno! Qué lindas palabras le dijo, y qué lindo que se las vuelva a repetir en un momento tan…ufff Cloquell! Que me pongo mal! Repito que esta parte te quedó espectacular, te habrá costado o no, pero te quedó impresionante. Te presento mis respetos y mis felicitaciones.
Y bueno, ahora tengo que esperar, sé que falta poco para que subas, pero igual me pongo ansiosa, y también triste porque ya no falta nada para que termine el fic…Permiso, voy a llorar a mi habitación.
Ahora sí, me despido de vos sonándome la nariz.
Atte.:
La rebelde que no usa corpiño.
P/D1: Hola lectores, no se sorprendan por mis declaraciones, tengo otras peores.
ResponderEliminarP/D2: Cloooquell, hoy es un gran día para ir a gitanear, que es feriado y está lleno de tarados paseando XDDD Prepará las polleras largas y los colgantes de todos colores.
P/D3: Pregunta pregunta pregunta! Vas a escribir otro fic, o ya me tengo que despedir de vos?
P/D4: Hoy es lunes. Mañana martes. O sea, mañana es el día de…la pelea con el correo!
P/D5: Bueno, ya me voy ,fijate que me levanté, desayuné y me vine a comentarte. Bué, no sé qué mérito tiene eso jajaja
P/D6: Escribís de puta madre.
P/D7: Chau y bon día! O Bona tarda. O Bona nit. XD