Las hojas del calendario se
habían sucedido a una velocidad pasmosa. Tal vez, la maraña de acontecimientos
de aquellos últimos meses hacía que el tiempo se nos hubiera pasado volando;
tal vez, aquello simplemente se debía a que me encontraba extremadamente a
gusto con todo lo que me rodeaba.
Una de las cosas que más había
cambiado mi vida había sido la publicación de mi libro de relatos bajo el
pseudónimo de Clare Simons. Pese a mi escepticismo inicial, el libro se estaba
vendiendo relativamente bien: no era el best-seller del año ni nada por el
estilo, pero estaba teniendo una buena aceptación. Lo mejor de todo era que
Maschler había conseguido mantener en el anonimato a Clare y mi identidad
quedaba a salvo. Aquello, pues, demostraba que los que compraban el libro no lo
hacían porque lo había escrito la pareja de John Lennon, sino que lo hacían
porque realmente les apetecía hacerlo. Quizá aquellos relatos que en un
principio había escrito para pasar el rato tuvieran más valía de lo que yo había
creído en un primer momento. Había pasado, así pues, mi particular prueba de
fuego e incluso estaba embarcada ya en un nuevo proyecto mucho más ambicioso:
mi primera novela.
Y pese a que todo pareciera ir
aparentemente bien, pese a que en teoría hubiera tenido que ser la persona más
feliz del mundo, una sombra de miedo lo empañaba todo. Todo había empezado con
un pequeño susto a principios del verano del 68, cuando me di cuenta un par de
semanas después de que la regla no me había venido cuando me tocaba. Me guardé
para mí aquel pequeño retraso, confiando en que fuera cualquier desajuste
hormonal y tratando de evitar pensar en que mis temores eran perfectamente
comprensibles. Así estuve una semana más, esperando y preocupándome, y, cuando
ya estaba al borde de un ataque de nervios, no pude más y pedí cita con el
ginecólogo, quien me mandó unos análisis inmediatamente con tal de ver si lo
que me temía era verdad o no. Tal y como había hecho cuando me percaté del
retraso, no le dije ni una palabra a John sobre el tema. Ni a John, ni a
nadie. No voy a negar que estaba
aterrada. ¿Qué iba a pasar si en realidad sí que me había quedado embarazada?
¿Cómo iba a reaccionar él? Y es que, pese a que las cosas entre nosotros
estaban pasando por uno de sus mejores momentos, no las tenía todas conmigo:
John y yo estábamos embarcados en nuestros respectivos proyectos y no nos
habíamos planteado para nada el tener un niño. Simplemente nos estábamos
limitando a disfrutar el uno del otro y yo era plenamente consciente de que un
bebé en esos momentos iba a cambiarlo todo. Ni siquiera yo sabía si estaba
preparada para aquel cambio radical… ¿cómo iba a saber si John lo estaba?
La llamada que acababa de
recibir, que me informaba que ya estaban los resultados de los análisis, me
hizo volver a pensar en todo eso y a ponerme, como siempre, en el peor de los
casos. No sabía por qué, pero algo dentro de mí me decía que sí, que lo que yo
tanto temía era una realidad irrefutable. Colgué el teléfono taciturna y fui
directamente a mi habitación a cambiarme de ropa. Según me habían dicho, el Doctor
Balen tenía un hueco libre en su consulta a última hora de la mañana, así que
si quería podía ir a comprobar los resultados. Y tanto que lo iba a hacer. Me
dijera lo que me dijera, ya no me apetecía más alargar esa agonía: cualquier
cosa sería mejor que continuar con esa incertidumbre en la que había estado
sumida en esas últimas semanas.
Me arreglé rápido y llamé a un
taxi para que viniera a recogerme a casa. Desafortunadamente me tocó un taxista
charlatán que me reconoció enseguida y no tuvo ningún reparo en decírmelo.
Creedme cuando os digo que un taxista con ganas de hablar es la peor de las
condenas en un momento en el que tú no tienes ganas de pronunciar ni una mísera
palabra. Mi viaje transcurrió a base de monosílabos y escuetas frases por mi
parte, a la vez que aquel nudo en el estómago se hacía más y más evidente a
medida que nos íbamos acercando a la dirección de la consulta. Le pagué al
taxista el doble de lo que costaba la carrera: era mi peculiar manera de
comprar su silencio. A fin de cuentas, no me apetecía que al buen hombre se le
soltara la lengua y contara a cualquiera que había llevado a la novia de John
Lennon a una de las consultas ginecológicas más reconocidas de Londres. Si eso
ocurría, los rumores no tardarían en saltar a la escena pública y, entonces,
estaría perdida de verdad.
Entré en el edificio rápidamente,
rogando para mis adentros que nadie me hubiera visto, y me metí en el ascensor
para subir a la planta en donde se encontraba la consulta del Doctor Balen.
Nada más me vio, la enfermera que había detrás del pequeño mostrador de la
entrada de la consulta me dedicó una sonrisa afable.
-Buenas tardes.-saludé haciendo
un inmenso esfuerzo por devolverle el gesto.-Venía a ver los resultados de los
análisis que me hice. Me han llamado diciendo que ya están y que me podía pasar
cuando quisiera.
-La he llamado yo misma hace un
rato. No ha tardado nada en venir.-me contestó sin perder su expresión
amable.-Si quiere puede pasar a la sala de espera, el Doctor Balen está
acabando con la última paciente y cuando termine podrá atenderla sin problemas.
Sin más, asentí y me dirigí a la
sala de espera. Por fortuna para mí, tal y como me había dicho la enfermera,
estaba completamente sola. Aquello era de agradecer en aquellos momentos, la
verdad. Intentando evadirme y no pensar más de la cuenta en lo que había ido a
hacer allí, pillé una de las revistas del corazón que había sobre una de las
mesas. Pasé unas cuantas hojas como una autómata sin prestar la menor atención
al contenido. Tan sólo pude ojear unas pocas páginas del principio antes de que
el sonido de la puerta de la consulta al abrirse me hiciera poner los pies en
el suelo de repente. Solté la revista de manera casi inmediata y me quedé
mirando angustiada como el Doctor Bale despedía a la última de las pacientes,
una señora mayor que me dedicó una sonrisa nada más me vio y que dejaba en
evidencia que sabía quién era a la perfección.
-Buenas días. O a estas horas ya
mejor buenas tardes.-me saludó el doctor cuando la señora se hubo ido.-Veo que
ha venido enseguida, señorita Vila.
-Sí.-confirmé yo con pocas ganas
de dar explicaciones.-Me han dicho que tal vez hoy podría atenderme así que…
-Ha hecho bien.-sonrió el
hombre.-Venga, pase.
Entré con él a la consulta y me
senté, rígida, en la silla que había frente al escritorio.
-Esta mañana mismo nos han
llegado los resultados de sus análisis.-dijo el doctor tomando asiento y
sacando de uno de los cajones un sobre marrón.
Yo no dije absolutamente nada,
estaba tan nerviosa que apenas podía pensar con claridad. Con una odiosa
parsimonia, el Doctor Balen extrajo un par de folios de dentro del sobre y
empezó a analizarlos con calma. Al cabo de unos instantes, levantó la cabeza,
me miró y esbozó una sonrisa. Tragué saliva, asustada.
-Me temo que los resultados no
dejan lugar a dudas.-dijo al fin sin borrar aquella sonrisilla de la
cara.-Enhorabuena, está usted embarazada.
Sentí como la sangre se me helaba
en las venas y, enseguida, un vértigo inmenso se apoderó de mí. Para colmo,
aquel desgraciado me daba la enhorabuena. Lo miré con los ojos tremendamente
abiertos, aún intentando asumir lo que me acababa de decir.
-¿Cómo?-balbuceé al cabo de unos
instantes.-¿Está usted seguro?
-Completamente.-contestó el
doctor sustituyendo su sonrisa anterior por una expresión más adusta. Era más
que obvio que aquello no era una buena noticia para mí.-Está embarazada. De
poco aún, tal vez no llegue ni a los dos meses teniendo en cuenta la fecha de
su último período.
-Entiendo…-mascullé.
-Le recomendaría que viniera
dentro de un par de semanas para hacerle una exploración y comprobar que todo
está bien.
-Ya…-dije poniéndome en pie.-Pediré
cita afuera. Gracias por todo.
Sin esperarme a que me dijera nada
más, salí de allí, sintiendo como un pánico irracional se apoderaba de mí. Me
planté delante del mostrador intentando parecer lo más normal posible, aunque
tal vez sin mucho éxito a juzgar por la expresión que me dedicó la enfermera, y
pagué la consulta. Ni siquiera me molesté en pedir cita para la exploración que
en teoría me tendría que hacer en breve, lo único que hice fue pedirle a la
mujer con un hilillo de voz que me indicara dónde estaba el baño. La mujer me
respondió con amabilidad no sin antes dedicarme una mirada significativa: lo
más seguro era que hubiera adivinado a la perfección lo que me acababa de decir
el doctor. Sin ni siquiera despedirme, me dirigí al lavabo y me encerré en uno
de los dos baños que había allí dando un portazo, furiosa. Después, me apoyé
sobre la pared y me dejé caer sobre el suelo, hecha un mar de dudas. Respiré
profundamente un par de veces, intentando calmarme en vano. Y entonces, sin más
empecé a llorar desconsoladamente. Estaba embarazada y no tenía ni idea de lo
que iba a pasar. Aquella sensación era, simple y llanamente, horrible.
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Jueves, 9 de abril de 1987
Londres
Pude escuchar el golpe seco que
dio Greg al colgar el auricular el teléfono desde el sofá. Haciendo un gran esfuerzo,
abrí los ojos de nuevo. John seguía a mi lado, inamovible, acariciando
suavemente mi pelo en un gesto casi imperceptible pero tan tranquilizador para
mí como el más potente de los bálsamos. Aún le dio tiempo a dedicarme una media
sonrisa, triste y apagada, antes de que Greg apareciera de nuevo ante nosotros.
-Tu madre acaba de entrar en la
sala de partos.-dijo con voz queda.-Al parecer, el proceso ya está avanzado. A
partir de ahora…
Se interrumpió antes de terminar
su propia frase y desvió la mirada hacia un lado.
-¿A partir de ahora qué?-quiso
saber John.
Greg soltó un suspiro y volvió a
mirarnos.
-A parir de ahora los ataques de
dolor serán más frecuentes.-aclaró.-Puede que incluso llegue a perder el
conocimiento antes del final.
Noté como John me apretaba la
mano fuertemente cuando Greg acabó de pronunciar aquellas palabras. Yo sólo
pude soltar un leve suspiro a la vez que le devolvía ligeramente el apretón y
cerraba los ojos. A decir verdad, recibí la noticia de Greg con cierto alivio y
deseé con todas mis fuerzas que estuviera en lo cierto. Y es que esos ataques
de dolor eran una auténtica tortura, tanto que estaba empezando a desear que
acabaran cuanto antes aunque supiera a ciencia cierta cuál iba a ser el final.
Estuve durante unos instantes,
tal vez segundos o tal vez minutos enteros, escuchando el tenso silencio que se
había hecho después de las palabras de Greg.
-Greg…-mascullé con un hilillo de
voz, con los ojos aún cerrados.
-¿Sí?-escuché como me decía el
vigilante.
-¿Cómo…? ¿Cómo sabes exactamente
lo que le está ocurriendo a mi madre en cada momento?
Greg soltó una risita por lo bajo
antes de contestar.
-Hemos introducido a uno de los
nuestros en el equipo que está atendiendo a tu madre esta noche. Es él el que
llama aquí cada poco rato y me informa de la situación.
-Estáis en todas partes,
¿eh?-intenté bromear.
Pero antes incluso de que Greg
pudiera decir nada al respecto, otra intensa punzada asesina volvió a recorrer
mi cuerpo haciendo que me retorciera violentamente en el sofá, agarrando a John
con fuerza.
El final estaba cerca. Demasiado
cerca.
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Llamé al timbre notando como la
mano me temblaba de pura ansiedad. Ni siquiera me acordaba con claridad de cómo
había llegado desde la consulta del Doctor Balen, pero allí estaba. Espere unos
segundos, esperando a que me abrieran, pero los nervios hicieron que no fuera
capaz de contenerme y volví a llamar un par de veces más, insistente.
-¡Ya va!
Anna abrió la puerta de su
apartamento de mala gana, tal vez la había pillado en un mal momento, pero
aunque suene egoísta, a mí aquello no me importaba lo más mínimo en aquellos
momentos.
-¡Bri!-exclamó.-¡No te esper…!
¿Qué te pasa? ¿Por qué traes esa cara?
-Yo…-susurré sin saber ni siquiera
qué decir.-Anna, necesito hablar con alguien, por favor.
Sin esperarse a que yo pudiera
añadir nada más, Anna me agarró del brazo con firmeza y me entró en casa.
-Por el amor de Dios, Bri…-dijo
asustada después de cerrar la puerta.-¿Qué te ha pasado?
-Anna… Yo… yo… La he cagado.
-¿Pero qué…?
-Estoy embarazada.
Nada más decir eso las lágrimas
volvieron a apoderarse de mí sin más. Cualquiera hubiera preguntado cualquier
cosa al respecto, pero Anna no lo hizo, cosa que le agradecí en lo más profundo
de mi alma. Simplemente se limitó a darme un fuerte abrazo y, a continuación,
me condujo hacia el salón de su casa.
-Bri…-me dijo en voz baja cuando
nos sentamos en su sofá.-¿Estás segura?
Asentí con la cabeza antes de
decir nada. Aún notaba como las lágrimas me corrían mejillas abajo.
-Acabo de venir del ginecólogo.
Anna soltó un grave suspiro y me
pasó la mano por el pelo.
-¿Lo sabe John?
-No.-contesté.-Ni tampoco va a
saberlo.
-¿Cómo…?
Levanté la cara y me encontré con
su mirada confusa. Después, agarré aire.
-Lo he estado pensando.-dije al
fin con debilidad.-Creo que voy a abortar. No voy a tenerlo.
-¡Bri!
-No, joder, no me digas que tú
también eres una de esas antiabortistas que…
-No es eso, Bri.-me cortó con
firmeza.
-¿Y entonces?
-¿Cómo que “y entonces”?-se extrañó ella.-¿Vas a abortar sin que ni siquiera
John se entere de que estás embarazada?
La miré por unos instantes y
desvié la mirada, incómoda. Así que era eso…
-Llevamos menos de un año
juntos.-dije al cabo de unos instantes.-Él anda hecho un lío con lo del nuevo
trabajo y… Joder, ser padres ahora no entraba en nuestros planes.
-A veces no todo sale como lo
teníamos previsto, lo sabes, ¿no?
Callé durante unos segundos,
sopesando si debía decir o no lo que sentía realmente, el porqué real de mi
decisión. Volví a mirar a Anna. Su mirada sincera me animó. A fin de cuentas,
ella era una de las personas en las que más podía confiar en el mundo.
-Tengo miedo.-susurré al
fin.-Miedo de cómo va a reaccionar John si se lo digo.
-Oh, mierda, Briseida.-dijo Anna
fundiéndose en un abrazo conmigo. Estuvimos así durante unos segundos, quietas.
Después, Anna se separó lentamente de mí.-Bri, mírame… John te quiere
muchísimo. Lo conozco y te lo digo completamente en serio.
-Ya, pero…
-No hay peros que valgan.-me
cortó ella.-Díselo. Él también merece saber la verdad, ¿no crees? A fin de
cuentas esto no es sólo cosa tuya, también lo es suya. Y después, entre los
dos, tomáis una decisión.
-Dicho así hasta parece fácil.-mascullé
amargamente.
-Y lo será.-me dijo esbozando una
sonrisa tranquilizadora.-Ya verás cómo no se lo toma tan mal como crees. Te doy
mi palabra.
-Eso espero.-suspiré resignada.
-No seas boba, vamos.-me insistió
Anna.-Y ahora, vamos a tomarnos un té. Creo que a alguien le vendrá muy bien
para tranquilizarse un poco…
Le devolví la sonrisa, más
tranquila. Y es que, aunque aún tuviera ese miedo irracional dentro de mí, el
hablar con ella me había hecho bien, mucho bien. Al menos, Anna me había hecho
poner los pies en el suelo. Ella tenía razón: no podía tomar yo sola una
decisión unilateral. Además, parecía convencida de que John no iba a huir
despavorido cuando le dijera lo que había pasado y aquello me hacía sentir un
poco mejor. Ojalá no se equivocara.
-Ey, Anna.-dije.-Gracias. Gracias
por todo.
-No hay de qué, Bri.-sonrió.-¿Me
ayudas con ese té o qué?
Hola gente! Pues aquí yo de nuevo después de unos días. Me paso rapidito porque ya es bastante tarde por aquí. Ingrid, por cierto, no te preocupes si no puedes comentar cuando quieras. Yo ya sé que estás ahí leyéndome! :) A Emma, a Mane y a Ximm, gracias por vuestro apoyo de siempre. Y a ti, María, me debes 4 pesos. Sé que no me voy a hacer rica con eso, pero toda piedra hace pared y por algo se empieza, jajaja.
Espero que os haya gustado el capi y que no haya herido ninguna sensibilidad (que he tocado un tema con el que nunca se sabe...).
Y ya me dejo de decir chorradas y me despido.
Nos leemos! Muaaaaa!
Apenas vi q actualizaste no dudé en leerlo xD muuuy bueno, ya quiero ver la reacción de John afasdfafav
ResponderEliminarA vos te no te voy a dar cuatro pesos, te voy a dar cuatrocientos, sí, mañana cobro y te los mando, junto con un cargamento de chicles de uva. Te merecés eso y muuuucho mássss! Como me consentís eh! Ayy me siento poderosa porque la domino a la Cloquell, es que soy muy encantadora y conquisto a la gente con mi *viene la madre y le pega para que se deje de agrandar*
ResponderEliminarAYYYYYY gracias gracias gracias por subir! El programa de didáctica me estaba haciendo mal y pensé “Qué bien me vendría un capi de Cris” y te digo y vas y me hacés caso y lo subís, o sea, me hacés caso a mi, que toy loca, toyyyy muuuu loca yooo ehhh, ojoooo jajjajaja
Bué, bué, me dejo de desvariar, pero comprendé que es producto de la emoción, porque yo no me lo esperaba, pensé que me lo decías jodiendo. SOS GROSA, SABELO!
Y bueno, más grosa sos, porque colgaste este SEMEJANTE capitulo. Como te dije, es para matarte, mirá lo que tenías escondidito en “Mis documentos”. Tenías este as en la manga! (Que no Gallo, que estaba en “Mis documentos” XD)
Para que te emmociones, dejaré esto por aquí http://www.youtube.com/watch?v=lk-fPApCyRs
Y ahora sigo, que ya fue suficiente desparramo de gilada. Vamos a lo que importa, y lo que importa es AAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHH
Desmayo! Desmayo! Un fibrilador por aquí! Có...có...cómo que está embarazada? O sea...cómo? Bué, la pregunta boluda, se sabe cómo! Jajaja pero es que...es que esto no me lo esperaba! Entendés porqué te digo que me quedé temblando? Es muy rápido! Por qué? Chico de mier...podría haber esperado un poco! Jajjajaja. Estaba todo perfecto, le publicaron el libro (me gustó el seudónimo!) está vendiéndose, todo marcha sobre ruedas y de pronto PAF! La visita de la cigüeña! Pajarraco este...podría dejarse de joder! Ahora hay que comprar pañales, y hay crisis! Los pañales están caros! Y la leche! Y los remedios! Que no estamos para andar pensando en poblar la Patagonia...XDDD
Pero bueno, pese a la impresión y todo eso, yo digo que sí, porque quiero ser tía. Bué, re egoísta la loca jaja. Pero a ver, estamos hablando de John, será medio loquito y también impredecible pero vamos, que a Bri la adora! Y qué? Va a enojarse? Pero por fffavoorrr! Igual, acá la impredecible sos vos, así que no sé, mejor no aseguro nada, porque en tu fic, nunca se sabe lo que va a pasar. Por eso lo amo y me casaré con él, lo repito por las dudas que alguien quiera hacerlo.
Otra cosa: de gracias nada, a mi nadie me tiene que agradecer nada, al contrario, acá la que agradece soy yo. Llega el momento sentimental de Gallo, en el que suena música de fondo de pianito y los espectadores sacan los pañuelos: acá la agradecida soy yo, porque Cris subió capitulo y porque escribe todo bien y es muy genia y es mi amiga y la adoro y todo eso. Listo, basta, paremos un poco jajajja.
Cambiemos de tema y metámonos en terrenos escabrosos (¿qué?) Tengo miedooo, tengo miedo por lo que pueda pasarle a Bri y este estúpido de Greg que cada vez lo odio más, me da ganas de meterme en el fic y escupirlo. Decía que este estúpido de Greg que no hace nada mas que hablar por teléfono! Idiota! Te hubieras dedicado en todos esos años en buscar una solución para Bri, no ocuparte de mandar a un tipo disfrazado de médico a 1987. Sos un pajero!
ResponderEliminarY ahora me voy, que ya me calenté! Ma que cazzo con esta gente! Llamaré a la mafia siciliana.
Adío, hasta dumanni.
P/D1: Me enojé mucho.
P/D2: Necesito una AK-47 para matar a Greg. Ahí está! Y si se hace un intercambio? Que en vez de Bri se muera él? Me imagino que a una AK no podrá resistir.
P/D3: Me calmo, me calmo. Graaaaacias!
P/D4: Una frase de autoayuda “Cuando te quejes de tu vida, pensá que te podrían haber casado con uno al que le gusta la drogaina”
P/D5: Sí, me estás puteando, lo sé.
P/D6: Ah, voy a decir algo: NO AL PLAGIO DE POST-DATAS. Hasta de eso se me copian. Lo dicho, se cuelgan de mis tetas XDD
P/D7: http://www.youtube.com/watch?v=fOHrY0jV6Hg
P/D8: Chauuu!!!!
Amé demasiado este capítulo.
ResponderEliminarÓsea, Bri está embarazada!!!! Nunca me lo imaginé.
Extrañé a George y a Ringo o si, y a Paul en este capítulo.
No te mueras Bri! JOHN TE AMA! Okya.
Ennnn fin, gracias por escribir tan hermosamente perfecto Cris. Amo leerte. :9
Muchos saludos y un beso de aquí hasta allá. ^^/