Vale. No le había mentido en
absoluto a Anna cuando le había dicho que no era una fan histérica de The
Beatles ni muchísimo menos. De hecho, ni siquiera me podía considerar una “fan”
propiamente dicha: sabía las cuatro cosas básicas y me gustaba la música que
había escuchado de ellos. Aparte de eso, no había nada más. No obstante, cuando
bajamos del taxi que nos llevó hasta la inmensa casa del famoso Ringo Starr, o
Rich, como le llamaba Anna, no pude evitar sentir un cosquilleo de nerviosismo
en la boca del estómago. Y es que, para qué iba a negarlo, me imponía bastante
el hecho de ir a conocer a alguien tan famoso como él.
-Bien, hemos llegado.-sonrió Anna
nada más poner el pie fuera del coche.
Antes incluso de que a mí me
diera tiempo a decir nada, la puerta de la casa se abrió y un chico no mucho
más alto que nosotras salió de allí.
-¡Anna!-gritó feliz antes de
echar a andar decidido hacia nosotras.
-¡Ritchie!
Miré por primera vez, esbozando
una tímida sonrisa, al famoso Ringo mientras se fundía en un cariñoso abrazo
con Anna. No supe bien por qué, pero aquel chico me cayó bien enseguida. Tal
vez fuera porque actuaba con tanta naturalidad que hacía que te olvidaras de
inmediato de que era quién era.
-Te presento a Briseida, Rich.-dijo
de repente Anna haciendo que diera un pequeño salto cuando la escuché
pronunciar mi nombre.
El chico se volvió hacia mí y me
dedicó una sonrisa amable, a la vez que parecía analizarme con unos ojos
inmensamente azules. Tal vez estaba intentando adivinar si yo era una de las
que eran capaces de desmayarse ante él o no.
-Encantado.-dijo al cabo de unos
segundos tendiéndome la mano.-¿Así que tú eres la española que trabaja con
ella?
Le estreché la mano a la vez que
le devolvía la sonrisa.
-Encantada igualmente.-me abstuve
de decir su nombre pues no sabía muy bien si llamarle Richard, Ringo, Rich o a
saber.-Y sí, ésa soy yo.
-La chica que decidió cambiar el
buen tiempo por los nubarrones ingleses.-bromeó haciendo que yo soltara una
risita. Después, volviéndose de nuevo hacia Anna, añadió:-Bueno, chicas,
¿vamos? Porque si tardamos mucho tengo
miedo de que el desgraciado de John me vacíe todas las botellas que he sacado.
-¿Está John ahí?-quiso saber Anna
curiosa.
-Por supuesto que está aquí.-rio
Ringo.-Eso de que vivamos casi al lado es lo que tiene… Siempre lo tengo por
aquí metido saqueándome la casa.
Anna simplemente se limitó a
soltar una risa antes de que las dos siguiéramos a Ringo hacia el interior de
la casa.
-Briseida, escucha…-susurró ella
asegurándose de que Ringo, unos pasos más adelantado, no nos escuchase.
-¿Qué?
-Que… No te asustes con John,
¿vale?-dijo.-Me refiero a si te dice cualquier cosa rara o algo por el estilo.
Él es así, sobre todo cuando conoce a alguien nuevo, pero es un buen tío.
-Ah, tranquila.-le contesté un
poco descolocada ante aquella advertencia. De John Lennon, como del resto,
apenas sabía más que lo básico, y no tenía ni idea de a qué se podía estar
refiriendo Anna.-Lo tendré en cuenta.
Cruzamos la casa y salimos a un gran
porche frente al que se abría un inmenso jardín posterior con piscina al que no
le faltaba detalle.
-Vaya… Es una pasada.-me
sorprendí diciendo.
-Está bien, sí.-me contestó
Ringo, aunque, pese a su respuesta, parecía orgulloso de tener un jardín así.
-¡Starkey!-gritó una voz
masculina de repente desde una de las puntas del jardín.-¡Voy a ahogar a tu
maldito perro! ¡Y va en serio!
Nos volvimos hacia donde venían
los gritos y ninguno de nosotros, incluida yo, pudimos evitar soltar una risita
cuando vimos la escena. Allí, efectivamente, estaba el famoso John Lennon con
un pequeño caniche blanco que no paraba de morderle la pernera de su pantalón
vaquero con rabia.
-¡No seas salvaje, Lennon!-le
gritó Anna.-¡Y deja a mi Tiger en paz!
Nada más escuchó la voz de la
chica, el perrito soltó inmediatamente el pantalón de Lennon y salió corriendo
hacia nosotros, dando saltitos de alegría por verla.
-Mira mi niño…-dijo Anna con
fingida comicidad mientras le dedicaba unas caricias cariñosas al perro.-No le
hagas caso al bestia de John.
-La bestia infernal es él, que me
tiene manía.-dijo John acercándose hacia nosotros.-Por cierto, se saluda antes
de llamar salvaje a las personas, Anna.
-¿Tú cuentas cómo
persona?-preguntó Anna fingiendo sorprenderse.
-Muy graciosa, nena.-masculló
John de mala gana y, después, volviéndose hacia mí, dijo:-¿Chica nueva?
-Te presento a Briseida.-dijo Anna.-Es
amiga mía. Trabaja conmigo.
-¿Briseida?-preguntó John
extrañado mirándome a la vez que esbozaba una sonrisilla algo prepotente.-¿No
había otro nombre más complicado que ponerte? Porque mira que es raro de
narices.
Cuando John me dijo eso, supe
enseguida el porqué Anna me había advertido minutos antes sobre él. Su
sonrisilla burlona dejaba en evidencia que su principal intención era
avasallarme, pero, por muy John Lennon que fuera, había tropezado con la persona
equivocada para hacerlo: jamás había dejado, ni iba a dejar ahora, que nadie me
pisoteara.
-No todos tuvimos el privilegio
de que nos pusieran nombres tan exóticos como “John”.-le contesté con toda la
ironía que pude ser capaz de usar en aquellos momentos. A decir verdad, dije aquello
de una manera tan directa e impulsiva que hasta a mí misma me sorprendió
encontrarme pronunciando aquellas palabras.
Lennon al principio pareció
sorprenderse pero, a continuación, soltó una sonora risotada a la que pronto
nos unimos todos.
-Está bien, chica de nombre raro,
me rindo.-dijo tendiéndome la mano.-Un placer conocerte.
Le devolví el saludo a la vez que
le dedicaba una sonrisa burlona, la misma que él me había dedicado segundos
antes, mientras pensaba en cómo de diferente era el John Lennon estereotipado
de mis tiempos al que tenía plantado enfrente.
-¿Tú no eres de aquí,
verdad?-quiso saber.
-Es española.-contestó Ringo por
mí.
-¿De veras?
Yo simplemente me limité a
asentir con la cabeza.
-Yo estuve allí a finales del año
pasado.-me comentó John
mirándome.-Cuando rodé la película.
-Ah, genial.
Sabía que estaba quedando como
una completa idiota con aquel comentario, pero no se me venía a la mente nada
mejor que contestar y que no dejara en evidencia que no tenía ni idea de a qué
película se estaba refiriendo John. Por aquel entonces lo cierto era que sólo
conocía a The Beatles de una manera bastante superficial y de sus proyectos en
solitario no sabía prácticamente nada.
-Vino rojo como un tomate por el
sol.-bromeó Anna salvando un posible incómodo silencio.-Para mí que más que
rodar, lo único que hizo éste fue tumbarse al sol como el vago que en realidad
es.
-Rings, tío…-dijo John
mirándola.-Dime por qué extraña razón no he matado todavía a tu amiga.
-También es tu amiga, John.-rió
Ringo.
-En estos momentos te aseguro que
no lo es…
-Vamos, Johnny, en realidad sé
que disfrutas con que te pinche.-rió Anna acercándose hacia él y dándole un
golpe amistoso en el brazo.
-Oh, Anna, sí, disfruto
muchísimo, no te puedes imaginar cuánto…
-¡Para ya de quejarte, Lennon!-le
cortó Anna divertida.-Y ahora, chicos, ¿vamos a sentarnos un poco o vamos a
quedarnos aquí toda la tarde?
*****************************************
Me había olvidado más bien pronto
de con qué tipo de gente estaba. Lo estaba pasando bien, para qué negarlo, y,
pese a algún que otro comentario sarcástico de Lennon, todo iba sobre ruedas.
Quizá fue por eso por lo que cuando llegó la “tercera superestrella” de la tarde ya ni siquiera tuve que
esforzarme por mantener a raya mis nervios; simplemente, estaba tan tranquila
que no había nada por lo que preocuparse.
George Harrison apareció por allí
poco después de nuestra llegada y se unió a nosotros enseguida. Pese a que
apenas crucé un par de frases con él, me pareció un tipo agradable aunque
bastante más introvertido que los otros dos. Pronto, cuando lo conociera un
poco más, me daría cuenta de cuán equivocada había estado en esa primera
impresión: de introvertido tenía más bien poco, pero simplemente esperaba a
conocer bien a la gente antes de abrirse de verdad.
-¿Qué te parecen?
Me volví hacia Anna casi
sobresaltada. Ni siquiera me había dado cuenta de que se había metido detrás de
mí en la piscina y aquella pregunta repentina me pilló por sorpresa.
-¿Ellos?
Anna asintió con la cabeza.
-Me caen bien.-contesté con
sinceridad a la vez que les lanzaba una mirada furtiva. Estaban tan sólo a unos
metros de nosotras, charlando absortos entre ellos tres sobre algo que no
llegábamos a escuchar desde donde estábamos.-Pero jamás pensé que serían tan…
diferentes.
-¿Diferentes en qué sentido?
Sonreí antes de contestar,
pensando mi respuesta.
-En todos, creo.-dije al
fin.-Diferentes a como yo creía que eran, pero también muy diferentes entre sí…
-Suele pasar. Todo el mundo tiene
una imagen demasiado estereotipada de ellos. A mí personalmente eso no me
gusta.- Anna puso una mueca de fastidio cuando dijo esto último.-Y sobre lo que
dices de que son diferentes entre sí… Tienes razón. Cada uno es de una manera,
pero se complementan a la perfección, al menos, eso creo yo.
-¿Desde cuándo los conoces?-pregunté
casi a bocajarro, curiosa.
-Desde hace un montón…-contestó ella.-Fíjate,
a Rich lo conozco desde que éramos niños. Crecimos en la misma calle, ¿sabes?
-¿En serio?-pregunté
incrédula.-Así que una amistad de la infancia que se conserva. Te envidio, de
verdad.
-Creo que es la única amistad de
esa época que conservo.-sonrió.-A los demás los conocí bastante después. Hablé
con ellos un par de veces antes de que Ritchie estuviera en el grupo, pero poco
más. Podríamos decir que hicimos amistad después de que Rich entrara. Son
buenos tipos, los cuatro.
-No lo dudo, lo parecen.
-Pues espera a conocerlos de
verdad…
**************************************************
Jueves, 9 de abril de 1987
Londres
Estaba sentada sobre el césped
húmedo del jardín, mientras fumaba y reflexionaba. Le había pedido a John que
me dejara un momento sola; necesitaba poner en orden mis ideas y mis
sentimientos y aquello sólo podía hacerlo sin tener a nadie, por mucho que lo
quisiera, a mi lado.
Nadie debería conocer la fecha de
su muerte, ni muchísimo menos la hora. Es algo desesperante, horroroso. En
aquellos momentos se suponía que debería estar disfrutando de mis últimas horas
de vida, pero mentiría si dijera eso. Estaba asustada, angustiada y triste.
Nada podía hacer que disfrutara mínimamente de nada y los recuerdos felices que
había ido almacenando a lo largo de todos esos años se volvían en mi contra
volviéndose repentinamente tristes por el hecho de que en tan sólo unas horas
dejarían de existir para mí.
-Dejaste de fumar cuando nació
Matt.
No me costó para nada reconocer
la voz de Alex y me giré hacia él, incómoda, antes de levantarme. Acababa de
salir al jardín y se acercaba hacia mí. No se me escapó que él también estaba
mortalmente serio, tal vez incluso preocupado.
-Me apetecía hacerlo hoy.-me
limité a decirle antes de que se plantara delante de mí.
-Ya.-masculló de mala gana
clavándome la mirada.-Mamá, no soy imbécil.
-¿Qué quieres decir con eso?
-Lo que digo es que no estoy
ciego y veo lo que ocurre delante de mis narices.-contestó a bocajarro.-¿Qué te
pasa?
-Al, hijo, no…
-Mamá, basta. Dime qué es lo que
está pasando.
Agarré aire antes de contestar.
Era evidente que Alex sabía que las cosas no iban bien, pero no podía ser
sincera con él.
-No ocurre nada, Alex.-dije
intentando parecer firme.-No veas fantasmas donde no los hay.
-Es por papá, ¿verdad?-siguió
haciendo caso omiso a mis palabras.-Lleváis unos meses muy raros y se os nota a
la legua que no estáis bien. Ya no soy ningún niño y… Mira, aunque me joda, si
os divorciáis no voy a montar ningún espectáculo. Sólo os pido que seáis
sinceros conmigo y no me ocultéis las cosas.
-Pero… ¡¿qué tonterías estás
diciendo?!-le corté entre indignada y divertida ante tal locura. De no haber
estado en aquella situación, de buen grado hubiera soltado una buena
carcajada.-Tu padre y yo estamos perfectamente y no nos vamos a divorciar.
Alex me lanzó una mirada confuso.
-¿Y entonces?-preguntó al cabo de
unos segundos.
Iba a abrir la boca para
contestar cuando vi de reojo como John salía también al jardín. Lancé un
suspiro. Entre uno y otro era evidente que eso de estar sola iba a ser un sueño
casi imposible.
-No estaréis discutiendo,
¿verdad?-preguntó cuando llegó hasta donde estábamos, mirando directamente
hacia Alex.
-No, para nada.-le contesté
esbozando una sonrisilla forzada.-Simplemente Alex me estaba contando sus
teorías acerca de… nuestra situación.
-Mamá…-se quejó él agachando la
cabeza.
-¿Qué teorías?-preguntó John
extrañado.
Alex agarró aire antes de
contestar y, a continuación, clavó su mirada en su padre.
-Sé que las cosas no van bien
entre vosotros.-le contestó a bocajarro.-Se os nota, pero ella no me lo quiere
decir.
-¿Qué… qué te hace pensar
eso?-preguntó John mirándolo contrariado.-Las cosas van estupendamente, te lo
aseguro.
-Ya. Y yo soy imbécil.-le cortó
Alex enfadado.-¿Cuándo vais a dejar de tratarme como a un crío? ¡Es evidente
que ocurre algo que no nos queréis contar!
Tenía razón, y mucha. John y yo
nos lanzamos una mirada llena de interrogantes. Lo cierto era que ni uno ni
otro sabíamos qué hacer en aquel momento.
-¿Qué ocurre?-casi gritó de nuevo
Alex, empezando a perder la paciencia.
Entonces, John se volvió hacia él
y le miró, serio.
-Tienes razón, Alexander.-suspiró.-Ocurre
algo. Pero ese algo no es lo que tú crees…
Yo también solté otro suspiro
antes de darle otra calada a mi cigarrillo, temblorosa. ¿Qué se suponía qué
íbamos a contarle a nuestro hijo? ¿Qué?
*************************************************
Aquella tarde en la tienda estaba
siendo mortalmente aburrida. No habían entrado apenas clientes, no había
prácticamente nada qué hacer y, para colmo, Anna no había venido a trabajar. La
pobre había llamado aquella mañana para avisar de que no podría venir: al
parecer estaba en cama, con una gripe de mil demonios que la tenía
completamente fuera de juego por la fiebre desde la noche anterior. Al final,
aquel catarro que había venido arrastrando desde hacía días había acabado
convirtiéndose en algo más.
Estaba ordenando una de las
perchas de ropa que teníamos en la tienda cuando la puerta se abrió. Me giré
casi hasta con alegría por tener algún cliente que atender en aquella
aburridísima tarde y entonces casi me quedé sin respiración cuando vi que había
entrado, ni más ni menos, el mismísimo John Lennon.
-¡Vaya!-exclamó cuando me
vio.-¡Si es la chica de nombre raro! ¡Cuánto tiempo!
-Hola, John.-contesté aún
sorprendida por su aparición y sin saber muy bien si sentirme molesta o no por
su comentario.
-Hola, Bri.
-Yo me llamo Briseida, Brie es un nombre de queso.-le corté algo molesta.
-Francés, por cierto.-sonrió él.-Está
bueno, deberías probarlo.
Sabía que no debía hacerlo pero
su caradura me hizo tanta gracia que no pude evitar soltar una risita entre
dientes. Él me lanzó una mirada burlona y, a continuación, dijo:
-Y bien, Bri, ¿dónde está mi
querida Anna?
-Y dale con el Bri…-bufé yo haciendo que ahora fuera él
el que soltara una risa entre dientes.-Anna no ha venido a trabajar hoy, está
en casa, con gripe.
-¿Una gripe en julio?-se extrañó
él.
-Eso parece.
-Anna siempre fue una chica muy
rara…-bromeó él.-Bueno, pues si ella no está… Supongo que tú me podrás ayudar,
¿no? Quiero llenarme el armario.
Al principio me quedé un poco
pasmada. Y es que, pese a que la tienda estuviera bastante de moda en Londres,
jamás había pensado que alguien como él pudiera venir a comprar nada allí. Tal
vez incluso era normal. Al fin y al cabo, una buena amiga suya trabajaba allí…
-Por supuesto.-dije.-¿Tenías idea
de algo en concreto o…?
-Un segundo, Bri.-me interrumpió
él. Yo solté un pequeño bufido molesta por el Bri, pero pasé de decirle nada. Era obvio que me iba a llamar como
le diera la gana por más que le dijera.-Antes de empezar, deberías saber que
cuando alguno de nosotros viene, Anna cierra la tienda.
-¿Qué?-me extrañé.-No creo que
pueda… Mi jefe…
-Tu jefe lo sabe.-sonrió John.-Es
mejor así, créeme. Así no se corre el riesgo de que se monte un alboroto si la
gente nos ve aquí. Además, le sale rentable cerrar por nosotros, te lo aseguro.
Me quedé mirándolo durante unos
segundos. Lo conocía muy poco, pero aún así lo veía completamente capaz de
estar mintiéndome sólo por el placer de gastarme la bromita. No obstante, algo
me decía que en aquella ocasión no estaba mintiendo; incluso tenía lógica todo
lo que había dicho.
-Llámale y pregúntale si así te
quedas más tranquila.-dijo sin más encogiéndose de hombros.
Sin decirle nada, lo dejé allí
mientras ojeaba unas camisas y me dirigí hacia el mostrador para hacer esa
llamada. No hizo falta nada más que nombrar a John Lennon para que mi jefe me
ordenara que cerrara la tienda inmediatamente y que lo atendiera lo mejor que
pudiera.
-¿Ves como no miento?-me preguntó
John nada más colgué el teléfono.
-Lo siento, tenía que asegurarme…-me
disculpé notando como me ponía mortalmente roja. Me avergonzaba mucho haber
dudado de su palabra, la verdad.
-Tranquila.-dijo él sin darle
importancia.-Oye, Bri, me gusta esta camisa. ¿Tienes mi talla?
Nada más le escuchar pronunciar
de nuevo el Bri, se me olvidó aquel
pequeño sentimiento de culpabilidad que me había invadido segundos antes y puse
los ojos en blanco. Aquel tío no tenía remedio, pero, al parecer, esa tarde
estaba condenada a soportarlo.
-Claro que sí.-suspiré finalmente.-¿Qué
talla usas?
Hola de nuevo!!! Qué tal estáis tod@s??? Pues yo aquí de nuevo con este nuevo capi que, como siempre, espero que os haya gustado. De nuevo, gracias por leer y sobre todo a las comentaristas de turno :)
Besitos y en pocos días... el quinto!
Hola!!! Acá estoy yo, como siempre lista para comentar! Hoy pensaba que te comentaria a las 12 de la noche, pero tuve la gran suerte de tener UNA hora de clase, por lo tanto tempranito llegué a casa y después de escribir un rato en uno de mis fics (no, no te voy a decir en cuál) vine hasta aquí para cumplir como mi deber cívico y moral de comentar TU ESPECTACULAR CAPITULO. Sí, así, con letras mayúsculas.
ResponderEliminarPrimero que nada, te diré que me enamoré de Anna. Ah no, pará. Me enamoré del perro. No, tampoco era eso. De quién era? Ahhhh siii....de John! Qué? Qué me vas a pegar? Pero si yo no hice nad...! Me dicen en producción que esto no se debe decir, que este no era el guión, que tenía que decir otra cosa. Bueno, si son tan desorganizados y me dieron otra cosa, no sé. Voy a mirar tu blog a ver si me acuerdo. AAAAAAHHHHH YA SÉEEEEE. Vi cierta foto y me acordé. Me acordé que me enamoré de Ringo y que si no estoy comentando decentemente es porque su foto me mira. Y me desconcentra. Y esto así no puede ser.
Bueno, basta de gilada y voy a lo serio. Lo serio es que me enamoré de Ringo XDD. Naaa ahora sí me calmo.
Yo creo que por mas que no se sea fan, uno se pone nervioso. He estado cerca de alguna gente famosa que no me importaba un rábano y me he puesto nerviosa porque una no sabe con qué le van a salir. Y si una va a la casa, la cosa se complica. Y si a eso le sumamos que ya sabes quienes son no porque sean famosos y bla bla sino porque los has conocido un montón de años después, eso ya se torna raro. No se si me explico (qué mal me ando explicando últimamente, que alguien me pegue un palo). El tema es que genial, cayó en la casa de Ringo (oooh Ringo! Mis sospechas de que mi “amigo” era él, se han cumplido!) pero claro, hay un detalle: John. Y claro, John con sus comentarios y sus bobadas, aunque bueno, se encontró con una contrincante, la chica de nombre raro. No sé porqué, pero se me hace que esos dos se irán peleando mucho jajaja.
Otra cosa: la sociedad protectora de animales está yendo a esa casa para salvar a ese pobre perro. No ven que el perro me quiere? Ya está, si el perro me quiere, el dueño también! El perro me acepta, Ringo vení, dejemos de ser amiguitos de la infancia, que ya estamos creciditos!
Bué, me calmo o esto es un desastre. Sigo. No sé porqué esa insistencia tuya en que yo me coma las uñas cada vez que leo lo del’87, pero loca, tengo que decirte que sos una maestra, nadie me pone así! Ahora me has dejado en ascuas pensando si le dirán o no a Alex...Por un lado pienso que estaría bueno que lo sepa, pero por otro...pobre chico. Además, no creería semejante historia, se enojaría mas pensando que sus padres lo toman por tonto o algo. Así que seguiré pensando qué ocurrirá.
Y el final. A eso le llamo tener plata. Yo también quiero entrar y decir “Ey, cerrá la puerta que te compro todo”. Pero claro, no soy Lennon. Y si lo fuera ya me habrías violad....bue, que me calmo o no me calmo? Jajajjajajajajajja Claro sí, John fue a la tienda y oh sorpresa (oooohh sorpresa!) se encuentra con Briseida. Vamos John, no me engañes, que soy tu amiga, sabés muy bien que la chica del nombre raro trabaja ahí y que yo estoy enferma. Vas por otra cosa, picarón!
Y bueno Cloquell, te dejo, que ya te he dicho suficientes pavadas.
Te dejo un gran beso y esperaré el siguiente así, toda intrigada!
P/D1: HOLA!
ResponderEliminarP/D2: No le hagas caso a la P/D1, está loca.
P/D3: Me llama mucho la atención la facilidad que tengo para llenar dos hojas de word comentandote, cuando para hacer el trabajo que estaba haciendo, tuve que rascar las fotocopias para poner algo y así llegar a la hoja y media...Me inspirás mas que clásica, mirá que privilegio XD
P/D4: Maharishi’s bendiciones not found.
P/D5: Te dejo así sigo con el mio fic. No, no te voy a decir cuál, no insistas.
P/D6: Te dije que escribís bien? ESCRIBÍS BIEN. ESCRIBÍS RE BIEN. ESCRIBÍS EXCELENTE.
P/D7: Chau chau!!!
Ese Lennon, jajaj todo un loquillo, en cuanto a Anna ella me cae bien es bastante extrovertida diria yo Ringo siempre serio pero de que me quejo, Ringo aparentaba ser el mas serio de todos, me imagino por ser el de mayor edad del grupo.
ResponderEliminarAunque algo que me dejó cabreada fue ese paso hacia 1987, todavía no puede procesarlo mi cerebro pero lo procesará te lo aseguro; soy como dicen por ahí lenta pero segura jajja en fin buen capitulo me gusta como va hasta ahora la trama y no me resta decirte mas que lo mismo que María Luján escribes de maravilla pasme uno de tus tips por favor.
actualiza pronto.