domingo, 13 de abril de 2014

DAKOTA Capítulo 4: Chocolate, patrimonio de la Humanidad

Puse el café en el fuego escuchando como mis dientes castañeaban insistentemente, tanto que temía que me los iba a romper. Lanzando una maldición por lo bajo, acerqué las manos a la titubeante llamita que había debajo de la cafetera y procuré calentarlas. Bonita manera de empezar el día: congelada y maldiciendo por no tener ni calefacción ni una mísera estufa en medio de la ola de frío más fuerte que había sufrido Estados Unidos en los últimos años.

¿Y todo esto gracias a quién? A mi fantástico compañero de piso, la futura primera víctima mortal a manos de la asesina Sophie Jackson. Bueno, para ser justa con él, he de decir que no todo fue culpa de Sven: el edificio donde vivíamos era viejo y pocos días antes, ante el inmenso uso que le estábamos dando todos los vecinos, la caldera de la calefacción había muerto por pura vejez y agotamiento. Para colmo, los técnicos de calefacción de todo Nueva York estaban desbordados de trabajo y el que más pronto podía venir a arreglarla no lo haría hasta al menos dentro de unos cinco días. Así que, sin más remedio, todos los vecinos nos vimos obligados a recurrir a estufas y ropa de abrigo para no morir de congelamiento en casa. Pese a las quejas de Sven, que decía que con mantas y una chaquetita nos podíamos apañar (el cabrón no podía negar que había nacido en el norte de Suecia), decidí pasarme por la tienda de electrodomésticos de la esquina y comprar una estufita con mis ahorros.

La estufita, oh, querida estufita, era perfecta. Consumía electricidad como una maldita desgraciada, pero si te ponías frente a ella, calentaba más que si te pusieras ante las puertas del infierno. Lástima que su vida fuera corta, demasiado corta. Y es que, a la segunda noche, el genial Sven había tropezado con el cable mientras hacía uno de sus estúpidos bailecitos al son de la musiquilla de los anuncios de la tele y, aparte del monumental hostión contra el piso que se dio, la rompió. La verdad es que fue un momento un poco caótico: mi amigo por el suelo, la estufa echando chispas y humo y yo gritándole a Sven de todo mientras intentaba desenchufar aquello antes de que se quemara el edificio. Ése fue el triste final de la estufa y de nuestros confortables 20 grados. Descanse en paz en el cielo de los electrodomésticos.

-Hoy parece que hace un poquito más de calor que ayer, ¿no?

Aparté las manos del fueguecito y me volví con cara de asesina en serie hacia Sven, que acababa de entrar en la cocina envuelto en su bata.

-¡Sueco mamón!-le grité por todo saludo.-¡¿Calor?! ¡Debemos estar a dos o tres grados aquí dentro! ¡¿Y tienes los cojones de decirme que hace calor?!

-Oh, Soph, no te pongas así… Reconoce que un poco mejor que ayer se está.

-Eso es porque ya tienes los primeros síntomas de hipotermia, idiota.-mascullé volviéndome de nuevo hacia la cocina para retirar la cafetera del fuego.-No sientes ni el frío.

-Bueno, puede ser…-dijo como quien le da la razón a un loco.-¿Me pones una taza de café?

-Y encima tienes las narices de pedirme café…

-Por favor.-añadió poniendo cara de pena. Todavía tenía la nariz hinchada de la leche que se había pegado hacía dos noches por culpa de su tropezón con el cable.

-Ay, está bien…-acepté de mala gana.-Sólo porque en el fondo me da lástima la cara de monstruo que se te ha quedado después de la caída.

-Si en el fondo eres un cielo, Sophie… Deberías casarte conmigo.

-Antes me caso con uno de los monos del zoo.-le corté mientras servía dos tazas de café caliente.

Sven simplemente se limitó a reírse antes de sentarse ante la mesa de la cocina.

-Oye, Soph…-empezó a decir él cuando me hube sentado yo también.-Que estaba yo pensando toda la noche que…

-¡Uy, Sven pensando! ¡Peligro!

-Déjate estar de gracietas y escucha, que es una gran idea.-me interrumpió poniendo cara de erudito.-Ya que aquí hace frío y no nos podemos permitir comprar otra jodida estufa he pensado que a lo mejor podríamos pasar las noches en otro sitio más confortable…

-¿Ah, sí? Me encanta la idea, ¿pero dónde quieres que las pasemos? ¿En la suite presidencial del Hotel Plaza?

-Pues casi, casi…-contestó con una sonrisa pícara.-¿Tú no tienes acceso a las llaves de casa de los Lennon?

-¡¡¡¡SVEN!!!!-mi grito debió oírse por todo el edificio y por parte de los colindantes.-¡¿Pero tú te has vuelto loco?!

-Yo sólo decía que a lo mejor nos podríamos meter por la noche en el cuartito ése que tenéis para cambiaros los del servicio y antes de que se haga de día, salimos y…

-Sven, deja de fumar marihuana por las mañanas, que no te sienta bien.-lo interrumpí.

-Piénsalo, la idea no está mal.

-Nos pillarían enseguida, perdería mi empleo y acabaríamos en la cárcel por allanamiento de morada y a saber qué más cargos. Insisto, Sven, la marihuana. Déjala sobre la mesa y no la vuelvas a tocar en al menos tres semanas.

-Nadie tendría por qué pillarnos…

-Las cosas no suelen ocurrir como las planeamos: yo tendría que ser una filósofa famosa y aquí estoy, cagándome de frío frente a un tipo con mentalidad criminal y a punto de irme a limpiar los inodoros de una estrella del pop.

-Bueno, visto así…

-Estás como una cabra, tío, como una cabra…-murmuré levantándome de la mesa.-¿Sabes qué? Me voy a trabajar. Y me voy a trabajar con más ganas que nunca porque al menos allí tienen una temperatura media superior a los diez grados.

-¿Puedo ir contigo?

-Sí, claro, para que te metas de okupa en la habitación del niño o algo… Ni aunque me pagaras con todo el dinero del mundo.

-Eres una mala compañera de piso, ¿lo sabes?

-Lo sé.-le contesté sacándole la lengua.-Y mira, como soy tan mala, estas chocolatinas que tienes aquí me las llevo conmigo, para picar algo si me entra hambre…

-¡Eh! ¡Son las que traen cromos de la NBA! ¡Y son mis favoritas y no me quedan más!

-Te aguantas.-contesté ya mientras salía de la cocina.-Tómatelo como una comisión por lo de mi estufa.

-¡Ojalá te sienten mal!

Y riéndome por las quejas de Sven, salí de casa. Un nuevo día de trabajo me esperaba.

****************************************

-¡SOPHIEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE!

El susto que me dio el agudo grito de Sean al entrar en el comedor hizo que me tambaleara peligrosamente sobre la escalerilla en la que estaba subida para limpiar la lámpara del techo. No obstante, en el último momento, antes de que cometiera la estupidez de agarrarme de la lámpara para sostenerme, conseguí mantener el equilibrio. Sólo cuando vi que Sean empezaba a reírse a carcajada limpia me percaté de la extraña pose en la que me había quedado: estaba a la pata coja, con una pierna levantada casi en ángulo recto y el brazo con el que sostenía el trapo apuntando hacia adelante. Normal que el niño se riera; en aquellos momentos debía parecer un mimo borracho de cuarta categoría.

Reprimí mis ansias de matar al chiquillo allí mismo lanzando un enorme suspiro de fastidio y bajé como pude de la escalera.

-¿Qué quieres?-le pregunté de mala gana. Nótese que la regla de “no entablar ningún trato con el niño” hacía mucho que había dejado de importarme.

-Sólo saludaba. Mi papá dice que es de mala educación no saludar.-me aclaró con vehemencia.

-¿Y por casualidad no te habrá dicho tu papá que lo más normal para saludar es decir “hola” y no entrar dando gritos como si fueras Tarzán?-pregunté lanzando un resoplido.

-¿Quién es Tarzán?

-Esto no puede estar pasando… ¿Eres una pesadilla, verdad?

-Estás boba, Sophie. Yo no soy una pesadilla, soy Sean.-replicó con cara de listillo.

No sé por qué, pero aquella contestación me hizo de repente soltar una risotada. Aquel enano me podía: era capaz de cambiar mis ansias de estrangularle por las de abrazarle y querer hacerle un monumento por gracioso en cuestión de segundos.

-Gracias por la aclaración, cielo.-dije aún teniendo que hacer un esfuerzo por no volver a empezar a reír de nuevo.-De verdad que me hacía falta. ¿Y adónde ibas? ¿Hoy no vas al parque?

-No me dejan ir.-me contestó apenado.-Misako dice que hoy hace demasiado frío y que el parque está helado. Ah, y que a lo mejor me resbalo y me rompo una pierna.

-Ah… muy precavido por su parte.-volví a reír: su cara de funeral me hacía casi tanta gracia como sus contestaciones.-Misako tiene razón, hace mucho frío

Y tanto que hacía frío. Nos lo podían preguntar a Sven y a mí para corroborarlo si alguien no se lo acababa de creer…

-¡Pero yo quería ir al parque!-se quejó Sean.-Estar aquí todo el día es muy aburrido.

-No es aburrido.-le contradije.-Mira, lo mejor de cuando hace frío y nieva como hoy es quedarse en casa todo el día, calentito y comiendo montones de chocolate.

Sólo con decir aquello, la boca se me hizo agua. Joder, en aquellos momentos hubiera vendido mi alma al diablo por estar calentita en mi roñoso sofá, frente a mi estufita asesinada por Sven unos días antes, tapada con una mantita y atiborrándome de chocolate. Pero de repente, la vocecilla de Sean me hizo bajar de la nube:

-No me dejan comer chocolate.

-¡¡¡¿¿¿QUÉ???!!!

-Que no me dejan comer chocolate.-insistió Sean.-No puedo comer entre las comidas nada que no sean barritas de surimi. Misako dice que son muy sanas.

Me quedé mirándole con los ojos muy abiertos, intentando asimilar lo que a mi entender era la barbaridad más grande del mundo.  Y es que a mí, adicta al chocolate, no me entraba en la cabeza que se le prohibiera a nadie (y menos a un niño de cuatro años), el consumo de algo que consideraba que debía ser proclamado patrimonio de la Humanidad.

-¿Surimi es eso de color rojo y blanco de pescado?

-Sí.-confirmó Sean esbozando una sonrisa.-Está bueno.

-¿Bueno?-casi exclamé yo con sarcasmo.-Eso es una cochinada…

-Pero Misako y mamá dicen que…

-Sean, cielo, el chocolate está bueno; no eso.

El niño se me quedó mirando con cara de confusión al principio para después volver a recobrar la misma expresión triste que puso cuando me había dicho que no le dejaban ir al parque.

-Es verdad, el chocolate está más bueno.-afirmó al cabo de unos segundos con la cabeza gacha.-Pero no me dejan comer.

Y entonces, me acordé de algo. Sonreí a la vez que le ponía una mano en el hombro y lo miraba.

-¿Quieres chocolate?

-Ya te he dicho que no puedo.

-¿Y si nadie se enterara de que te comes una chocolatina?

Sean se me quedó mirando con los ojos muy abiertos. Se quedó pensando por unos segundos y, a continuación, asintió con la cabeza con cara de pillo.

-Podemos hacer una cosa…-susurré.-Yo te doy una si me prometes que será nuestro secreto, ¿qué te parece?

-Pero eso sería mentir…

-No lo es.

-Júralo.

-Lo juro. ¿Quieres chocolate o no quieres chocolate?

Una sonrisilla volvió a despuntar en su menudo rostro a la vez que asentía con la cabeza enérgicamente.

-Está bien.-sonreí yo también dirigiéndome ya hacia la puerta del comedor.-Espérame aquí.

Sintiéndome como Súper Sophie, la defensora de los débiles y los desfavorecidos, me dirigí hacia el cuarto del servicio y hurgué en mi bolso. No me costó encontrar las chocolatinas que le había robado a Sven aquella misma mañana; así que agarré una, me la metí en el bolsillo de mi ropa de trabajo y regresé de nuevo hacia el comedor sin cruzarme con nadie. Cuando volví, Sean continuaba allí, en la misma posición en la que me lo había dejado.

-¡Ey, chaval!-le susurré cuando entré extrayendo la chocolatina del bolsillo.

Sean se giró hacia mí. La cara se le iluminó cuando vio lo que le enseñaba.

-Toma, colega.-le dije tendiéndosela. Inmediatamente, el niño me la arrebató de las manos con ímpetu.-No te la comas aprisa, no te vaya  sentar mal. Ah, y te puedes quedar con el cromo de la NBA que trae. Recuerda que esto es nuestro secreto, ¿entendido?

-¡Entendido! ¡Gracias, Sophie!

Me quedé mirándolo con una sonrisita triunfal pintada en la cara mientras salía del comedor en una carrera y se perdía por el pasillo en dirección a su habitación. Entonces, de repente, fui consciente de lo que había hecho y borré esa expresión de autosuficiencia de mi rostro. Y es que si se enteraba Lennon o, mucho peor, Yoko Ono, lo más bonito que me iban a decir era que estaba despedida. Por no hablar de la hermana pequeña de Bruse Lee, alias Misako: seguro que acabaría practicando todas las llaves de judo que conocía conmigo y tirándome por la ventana del Dakota. Y todo eso por una puta chocolatina.

“Eres gilipollas, Soph.”, pensé, “Seguro que a partir de ahora incluyen tu foto al lado de la definición de esa palabra en los diccionarios.”

Sí, era gilipollas. Y lo peor de todo era que tenía la sensación de que me había comportado como un traficante que vende droga a los niños a la salida del colegio. Mierda, mierda y mierda.

Pero ya no podía hacer nada por remediarlo. Ahora sólo me quedaba confiar en que no me pillaran…

******************************************

-¡Ey, Sophie!

Volví a dar un brinco sobresaltada. Afortunadamente ya había acabado de limpiar la lámpara hacía un rato y en esos momentos me encontraba en “tierra firme”, porque si no, seguro que me hubiera caído de morros contra el suelo. Me volví hacia John esbozando una sonrisilla falsa, a la vez que maldecía para mis adentros la peculiar manera que parecían tener los Lennon para saludar, a los gritos y asustando a la gente.

-Buenos días.

-Ah, eso, buenos días.-saludó desenfadado.-¿Has visto a Sean por algún sitio? Yoko y yo lo estamos buscando y…

-No, no lo he visto en toda la mañana.-mentí descaradamente.

-Pues es muy raro…-dijo de repente Yoko entrando por la puerta y situándose al lado de su marido. Me lanzó una mirada indescifrable, tal vez de hostilidad.-Juraría que hace nada lo he visto salir de aquí corriendo.

-Habrá coincidido con el momento en el que he salido un segundo.-me las ingenié para contestar intentando aparentar tranquilidad.

No obstante, Yoko no me retiró su mirada y eso, para qué negarlo, me acojonó de verdad. ¿Acaso era telépata y podía leer mi mente también? Porque si lo era, yo estaba jodida. Y muy jodida.

-Bueno, da igual.-añadió de pronto John acabando con aquella tensión.-Estará jugando con los gatos por algún sitio. Iré a buscarlo a…

-¡Hola!

Como si lo hubieran invocado, Sean se apareció detrás de sus padres con una sonrisa enorme de oreja a oreja. Al principio yo también sonreí… hasta que le vi la cara.

-¿Pero qué tienes en la boca, cariño?-preguntó John agarrándolo en brazos.

-Nada.-contestó el enano con cara de no haber roto nunca un plato.

“Nada”, se atrevía a decir el cabroncete cuando tenía la cara toda sucia de chocolate. ¿Pero qué coño había hecho ese crío con la chocolatina? ¿Comérsela o hacerse una mascarilla facial con ella?

Mientras tanto, observé horrorizada como John pasaba un dedo por la cara manchada de su hijo y se lo metía en la boca.

-Ese nada  huele y sabe a chocolate, pillo.-sonrió.

-¿De dónde lo has sacado?-quiso saber Yoko severamente mirando al niño.

Inmediatamente Sean se puso serio. Miró a su madre, después a su padre y, por último y para mi desgracia, a mí. Yo, por mi parte, decidí disimular volviendo a fijar la vista en el plumero y en las figurillas que estaba limpiando esperando a que de un momento a otro el chavalín me delatara.

“Adiós, Dakota, lo nuestro fue bonito mientras duró”, me dije para mis adentros consciente de que jamás iba a volver a pisar aquella casa.

-Me lo he encontrado.

La mentira de Sean me pilló tan por sorpresa que no pude evitar levantar la vista. Afortunadamente, ninguno de los tres se percató de que estaba fisgoneando en sus asuntos privados.

-Sabes de sobra que no puedes comer chocolate, que es muy malo.

-Lo sé, pero…

-Que sea la última vez que…

-Oh, venga madre, no es para tanto…-intervino John. No pude evitar poner cara de flipada cuando escuché que le llamaba “madre”… ¿Quién mierdas llamaba a su pareja así? Bueno, al parecer él.-Sólo es un poco de chocolate.

-¿Un poco? ¿Tú le has visto la cara?

-Bueno, pero seguro que no lo vuelve a hacer, ¿verdad, Sean?

-Verdad.

-¿Lo juras?

-Lo juro.-insistió el niño.

-¿Ves, madre?-sonrió John de nuevo mirando a Yoko.-No lo volverá a hacer. Y encima lo ha jurado.

Yoko soltó un resoplido de fastidio muy poco disimulado.

-No me gusta que lo malcríes tanto, no es bueno para él y lo sabes.-dijo enfadada antes de salir del comedor.-Os espero en la habitación.

Volví a fijar la vista en el plumero justo a tiempo antes de que John se girara para mirarme. Confiando en que no se hubiera dado cuenta de que había estado cuchicheando su conversación, lo observé de reojo disimuladamente. Después, salió también del comedor con Sean en brazos sin despedirse.

No sé si lo imaginé o no, pero en el último momento antes de que les perdiera de vista, me pareció ver como el crío me levantaba los pulgares en señal de complicidad de una manera fugaz sin que su padre le viera. Sonreí. Creo que era el primer niño que estaba empezando a caerme bien de verdad.

******************************************

Me puse la chaqueta con la vista fija en la ventana y sin decir una palabra, evitando las miradas de Rosaura y Misako e intentando librarme de tener que entrar en la conversación que estaban teniendo en aquellos momentos mientras nos cambiábamos después de haber finalizado nuestra jornada.

-Pues no te puedes imaginar cómo ha puesto la pared…-se quejó Rosaura.-Justo enfrente de su habitación está todo lleno de manotazos de chocolate. ¡Con lo que cuesta de limpiar eso en una pared blanca!

-Lo que no me explico es de dónde lo ha sacado.-añadió Misako haciendo que yo tragara saliva.-Yo no le doy nunca.

-A lo mejor hasta se lo ha dado su padre…-respondió Rosaura. Yo respiré aliviada con esa contestación.-Ya sabes que él es a veces más niño que Sean.

-No creo que haya sido él.-repuso Misako.-Pero lo que es seguro es que no se lo ha encontrado, que alguien se lo ha dado.

No estaba mirándolas, pero hubiera jurado que en aquellos momentos Misako tenía la vista fija en mí. Casi que podía sentir sus ojos pegados a mi nuca. Entre ella y Yoko, estaba empezando a creer que todas las japonesas tenían la habilidad de leer mentes.

Incómoda, me dirigí hacia la percha y agarré mi bolso, dispuesta a irme de allí echando leches.

-Bueno, yo me voy.-dije casi en un susurro.-Hasta mañana.

Antes de que pudieran contestarme, hice ademán de colgarme el bolso. No obstante, estaba tan atolondrada que se me escapó de las manos y se me cayó, volcando parte de su contenido en el suelo. Sólo cuando vi que Rosaura y Misako se habían quedado mirando con la boca abierta hacia allí, me percaté de lo que acababa de ocurrir: allí sobre el piso estaban, a vista de todos, mis tres chocolatinas de la NBA, justo entre las llaves de mi casa y la cajetilla de tabaco. Me agaché a recogerlo con una rapidez que ya querrían para sí muchos campeones olímpicos y lo metí todo de nuevo en el bolso. Como todo había sido tan rápido, con un poco de suerte, Misako y Rosaura no habrían llegado a asimilar lo que acababan de ver… Pero no. Cuando las miré de nuevo, no me cupo la menor duda de que lo habían visto, asimilado e interpretado todo a la perfección. Sólo había que mirar sus caras de ñu estreñido para entenderlo.

“O te largas de aquí pitando o te van a cortar la cabeza y ofrecérsela a Yoko en una bandeja de plata rodeada de chocolatinas.”, me dije sintiendo como me ponía blanca como la pared.

-Esto… bueno… Me voy ya que tengo prisa.-tartamudeé.-Mucha prisa.

Me colgué bien el bolso y salí de la habitación, de la casa y del edificio como si me persiguiera un aquelarre de brujas rabiosas. Tal vez incluso batí un tiempo récord en ir de Manhattan a Queens, pero no me importaba. Lo único que quería, por loco que pareciera, era llegar a mi apartamento congelado con mi compañero chiflado cuanto antes.

Aquel día, del susto, puse fin a mi adicción al chocolate. Ya se sabe, un trauma es un trauma.



Hola hola hola!
Aquí estoy yo después de algunos días en los que entre unas cosas y otras se me había complicado el tema y no había podido escribir... Pero como lo prometido es deuda, aquí este cuarto capi que espero que os haya hecho reír como los anteriores, jejeje.
Como siempre, muchas muchas muchas gracias por leer y por comentar. Ya sabéis que todas las opiniones son bienvenidas y que me alegra mucho conocerlas :D
Nos vemos en el quinto!
Saludos con sabor a chocolate! ;)

7 comentarios:

  1. Jajajaja jajajaja, imaginé a Sean lleno de chocolate sonriendo descaradamente a Yoko XD
    ojalá alguien eche de ahí a esa Misaku, me cae mal. XD
    diablos, esto es, as bueno que un maratón de The Simpson (soy como una especie de fan de esa caricatura) me vuelvo loca cada que leo estos capítulos, son graciosisimos.

    En fin, me retiro. Besos sabor a chocolate, querida Criss. Un abrazo. Cuídate.

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  2. Muy bueno jajaj me encanta, pobre Sophie las situaciones que tiene que padecer jajaj, amo cuando discute con Sven, pobre él parece bueno xD

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  3. ¡Sean lleno de chocolate! dios, me reí mucho, todo el tiempo, como siempre. Me imagino la cara de Yoko, su expresión mas seria que una cabra, y John como padre consentidor jajajaj. Y Sven, es tipo es tan chistoso, con su compañera de piso jajaja me encantó la trama de esta novela, a parte tienes una facilidad para hacerlo todo cómico, ¡buenísimo!

    Continua luego Cris, por favor, esta es una de mis historias favoritas, sin mentirte jajaj un beso! <3

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  4. Bueeeenas y santaaaasss dijo el gaucho entrando a un prostíbulo y le contestaron “No nos quedaaan!”
    ¿Qué? ¿Es un chiste malo, no? No contestes, por favor.
    ¡Buenas tardes señorita Cris! ¿Cómo le va? ¡Tantos años! Jajajaa Bueno, aquí vengo a comentarle su ilustre capitulo en el que una vez más y como siempre, usted se ha lucido. Qué manera de matarme de risa, es una locura este fic, por eso lo amo y me casaré con él. Bueno no, me casaré con Sven, bueno no, me casaré con John. ¿Con Sean? ¿Con Misako? Bué, quedo soltera, será mejor.
    Porrrr lo tanto, te felicito otra vez por este capitulo tan súper buenazo.
    Pobre Sophie, tanto frío en su casa, que seguramente parecerá un iglú. Ahí te das cuenta que la mala suerte no tiene límites, porque justo cuando hace taaaanto frío ir a romperse la caldera…Mmm… esto me recuerda a mi colegio secundario, los días más fríos se rompía la caldera, o peor, amenazaban con que iba a explotar y todos íbamos a morir. Era emocionante XD. En fin, que alguien consiga un gasista rai nau para ese edificio, o “amúchense” todos los vecinos, pongan un colchón súper grande y acuéstense todos a dormir (dije dormir, eh) a ver si así se dan un poco de calor unos con otros. Sí, la propuesta está llena de promiscuidad, lo sé XD
    En fin, la mala suerte ensañada con Sophie, que tuvo que comprar la estufita que seguramente se la habrán cobrado como si fuera de oro porque ya sabemos cómo son los comerciantes, y va el gil de Sven y se la rompe mientras baila. Supongo que, por lo menos, habrá sido mientras bailaba “Souvenir, souvenir” de la publicidad del Banco Francés, y que por lo tanto, no seré yo la única loca que se para y se pone a bailar cada vez que la pasan en la tele. Creo que Sven y yo nos llevaríamos bien, mirá el grado de pelotudez que tenemos encima. Bueno, que eso, que le rompió la estufa y casi se incendia todo y parece cuando se incendió una estufa en el baño de mi casa y yo abrí la puerta y dije “Ok, se está incendiando. Avisaré” y fui con toda mi inocencia y dije “Creo que hay fuego en el baño”. Imaginate, abrieron la puerta y eran llamaradas. Pero bueno, yo sólo tenía tres años, me parecía un lindo espectáculo jajajja. Bueno, dejo mis evocaciones y sigo comentando.

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  5. A ver, yo que Sophie le digo a mis patrones que estoy en una situación mala, que no hay gas en mi edificio y que no tengo estufa y que hace un frío como de cagarse. Supongo que si taaaaaaaaan buenos son, que si taaaaaaaan peace and love son, mínimamente te tienen que dejar un cuartito de dos metros cuadrados para que vivas y no mueras congelada. ¡Dale Sophie, pediles un poco de caridad!
    Sigo. En este capitulo confirmamos dos cosas: Misako es una hija de su madre, y Sophie una genia mundial. ¿Pero qué barbaridad es esta de no darle chocolate a esa criatura? ¿Qué mundo es este? ¿Qué no pasa a los argentinos? ¡No, no, no, y no! Ese chico está en un mundo irreal, necesita sus golosinas, sus enchastres, sus caries, todo lo que un pibe normal debe tener! Y nada de giladas de…¿pescado? Se les va a morir de frio por falta de kalorias si le dan puro pescado y nada mas sólido. ¡Manga de salvajes! Por suerte está Super Sophie que le da felicidad a esa pobre criatura que…Sean, no seas tan descarado, parecías un chico más serio, por favor. Y encima ensuciando todo…¡es para comer, no para pintar paredes y caras! ¿Ves lo que causa la falta de chocolate? Que cuando lo tienen, ¡no saben cómo usarlo! Eso sí, Sean se comportó como un caballero: no rompió el juramento ni ante la mirada de Yoko. Bravo nene, ojalá le quiten la tenencia a tu madre y se la den a Sophie, te criarás mejor y muuuucho más descarado de lo que ya sos.
    Y una cosa: creo que John se dio cuenta de dónde sacó su peque ese chocolate. Pero no dijo nada. Es más, creo que le ha causado gracia que haya sido Sophie. Igual, pobre John, seguro se comió los retos de Yoko en la “charla” que seguramente le ha dado.
    Pero ya tenían que aparecer: la japonesa y la gallega, que seguramente es la gallega de Intratables. ¿Qué? ¿Les molesta que Sophie lleve chocolates y le convide a Sean? ¿Sí? ¡Se joden! Sean la va a querer más a ella que a ustedes, ¡viejas brujas!
    Bueno muchacha, ahora me retiro, no sin antes decirte que mi antojo de chocolate volvió con más fuerza pero que…esta mañana fui a comprarme uno. MUEJEJEJEJEJE.
    Te dejo reiterando mi feliciteiyon, y deseándote feliz 14 de abril, y que se venga la tercera!
    Saludos republicanos!

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  6. P/D1: Souvenir, souvenir…tiriririrí
    P/D2: Me faltó decir que a ese chico le falta tele: ¿¿¿CÓMO NO VAS A SABER QUIÉN ES TARZÁN???
    P/D3: Me olvidé de lo que iba a decir, la emoción me afecta (?)
    P/D4: Mi más sentido pésame por la estufita.
    P/D5: Saludos a Sven jijijijiji
    P/D6: Maharishi no está, pero te dejo a otro gato que…te va a gustar. http://www.youtube.com/watch?v=CaE6lOJI3lA

    P/D7: Si Yoko y Misako son telépatas y nosotras también….¿somos japonesas?
    P/D7: Tengo una canción de Julio Iglesias sonando en mi cabeza…Iré a tirarme de un puente. ¡Adiós!

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  7. ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡CRISSSSSSSS!!!!!!!!!!!!!
    Jajaja se me pegó la costumbre de los Lennon <3
    OMG!
    NO PUEDE COMER CHOCOLATE!?
    EN QUE MUNDO PSICÓPATA VIVIMOS DEARIE?
    Barritas de surimi? Que carajos es eso?
    Una vez mas afirmada nuestras sospechas de que quieren convertir al chiquillo en un japonés.
    Milagro y no viven en Asia.
    Ay en qué apuro te metiste Soph? Ojalá y el pequeñín cumpla su palabra, porque ay si descubren algo.
    ¡No entienden que Soph no es una loca Asiática sino que está allí para despertar los monstruos que viven dentro de cada ser.
    En la hermana de Bruce Lee Alias Misako, Yoko y Rosaura un monstruo de hacer acatar a todo el mundo las reglas.
    En John y Sean, un monstruo muy pillo. Tal vez demasiado.
    Y que mas puedo decir?
    Bye, baby, Te amo como Soph al chocolate y espero que subas pronto ;D
    BYe

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