domingo, 16 de marzo de 2014

DAKOTA Capítulo 1: Ofertas de empleo

Mi madre tenía razón, y mira que me jode tener que admitirlo. Pero bueno, las cosas son como son y si la mujer estaba en lo cierto, pues hay que reconocerlo.  

Aún resuenan en mi mente aquellas palabras que me dijo el día que me matriculé en la universidad como una especie de mantra: “¿Filosofía? Mira que eso no sirve más que para hacer el tonto, hija, que te vas a morir de hambre. Hazte abogada y especialízate en divorcios, o ingeniera o arquitecta, que te vas a forrar. ¿Filósofa? ¿Qué hace un filósofo? ¿Pensar? ¿Y crees que te van a pagar por pensar? ¡Anda ya!”.

Obviamente no me digné ni siquiera a escucharla y continué con lo mío. “¡Vaya mujer materialista e ignorante que me ha tocado por madre!”, pensé, “ ¡Si los filósofos han cambiado el mundo, son el motor de la Historia! Y si no, ahí están Platón, Descartes, Marx, Rousseau o Nietzsche para dar fe de ello”. Y así fue como yo, predestinada a ser la Sócrates del siglo XX, estudié Filosofía.

Terminé la carrera cinco años después, con dolor de cabeza a causa de la intensidad de mis pensamientos y de las cantidades industriales de marihuana ingeridas durante mi estancia en la universidad, además de con un expediente más o menos brillante. Estaba preparada para sorprender al mundo, para convertirme en lo que yo siempre había ansiado y demostrarle a la ignorante de mi madre que sí que iba a poder vivir de mis pensamientos. Pobre de mí, que no sabía que la ignorante era yo y no ella.

Pasaré por alto mis intentos por intentar vivir de lo que había estudiado. También omitiré lo de mi brillante libro de reflexiones escrito en medio de inmensos colocones de marihuana y cerveza en casa de mi amigo Sven y que ni un solo editor quiso ni siquiera mirar. Sólo me limitaré a decir que me encontré con la cruda realidad de repente, como un suicida que se tira de un décimo se encuentra de pronto con el pavimento de la acera. Y allí quedó, desparramado sobre el asfalto de Nueva York, mi genial cerebro de filósofa y yo, tragándome mi orgullo, tuve que recogerlo cachito a cachito después del monumental hostión y resignarme a vivir una vida más mundana y menos reflexiva. Vamos, resumiendo, que tuve que ponerme a trabajar y dejar las reflexiones para mis escasos ratos libres.

Probé de camarera, pero el empleo me duró hasta que mandé a la mierda a un cliente que se quejó del café. Lo intenté de cajera de supermercado, pero la paciencia con las viejas de la cola tampoco fue mayor que con los clientes de la cafetería. Lo de repartidora de pizzas no me daba ni para comer y decidí dejarlo a la semana. Eso de los empleos normales no parecía llevarse demasiado bien conmigo… Pero bueno, a veces la suerte puede cambiar de un día para otro y, justo cuando estaba pensando en adoptar a un perro callejero y ponerme en Central Park a pedir limosna mientras hacía malabares con bolas de papel de plata, la empresa de limpieza American Cleaning Enterprise se cruzó en mi camino. Si os ahorráis las risas y las mofas sobre cómo acabé convertida en una vulgar limpiadora en lugar de en una gran filósofa, os lo agradeceré eternamente.

Si bien quitar el polvo, hacer la colada o limpiar los cristales de los ricos de Nueva York no era la actividad más gratificante del mundo, al menos esta vez sí conseguí aguantar en el mismo empleo más de dos meses seguidos. Vale, tal vez fuera porque normalmente trabajábamos cuando los dueños de la casa no estaban y no tenía a nadie con quien pelearme a no ser que fueran los perros snobs que se quedaban allí mientras yo me encargaba de hacer mis tareas. Pese a eso, estaba sorprendidísima de mi enorme capacidad de aguante y de mi santa paciencia con aquel empleo que continuaba considerando una mierda. Pero bueno, cobraba a final de mes, podía comer y pagarle un modesto alquiler a Sven por la habitación que ocupaba, así que no me podía quejar.

Y entonces, cuando todo parecía ir un poco mejor, mi jefa me llamó al despacho.

Fue una de mis mañanas libres de enero, más fría que el culo de un pingüino, cuando sonó el teléfono de casa. Después de esperar en vano a que Sven levantara su sucio culo del sofá y contestara, me decidí a hacerlo yo, como siempre.

-¿Sí?-contesté de mala gana cuando descolgué. Le lancé una mirada reprobatoria a Sven, a tan sólo dos metros del teléfono y que me había hecho salir de mi habitación sólo porque él encontraba mucho más interesante el continuar rascándose las pelotas por debajo de sus calzoncillos que contestar al teléfono. Él simplemente se limitó a ignorarme. Nada nuevo bajo el sol.

-¿Sophie? ¿Hablo con Sophie?-respondió una voz femenina al otro lado.

-Sí, soy yo.-dije sorprendida. Normalmente, nadie me llamaba a no ser que fuera mi madre dándome la brasa con sus cosas.

-Perfecto. Soy Helen, la encargada de…

-Ah, hola Helen.-le respondí antes de que pudiera acabar la frase cuando reconocí a mi jefa. Antes de decir nada más, tragué saliva. Seguro que me había equivocado y esa no era mi mañana libre. Seguro que algún rico insoportable se habría quedado esperando los servicios de American Cleaning Enterprise  y como no se me ocurriera una buena excusa me iban a despedir.-¿Qué tal?

-Bien, bien… Mira, Sophie, siento llamarte en tu día libre, de verdad.

Después de escuchar aquello, volví a respirar aliviada. Ni siquiera me había dado cuenta de que había dejado de hacerlo desde que había sabido que era Helen la que me estaba hablando: un poco más y hubiera caído al suelo muerta por falta de oxígeno. Y si esperaba que Sven se levantara a hacerme el boca a boca la llevaba clara. Bueno, pensándolo bien, prefería ver la luz al final del túnel de la muerte que tener a Sven encima de mí haciéndome eso. Intentando sacarme de la mente aquellas imágenes tan escatológicas, volví a prestar atención a las palabras de Helen, que continuaba con su discurso de disculpas.

-…ya sabes que nunca quiero molestaros en los días que libráis, pero es que esto de verdad es urgente y creo que sólo tú das con el perfil.

-¿Qué perfil?-quise saber sin tener ni idea de qué puñetas me estaba hablando mi jefa.

-Lo siento, Sophie… Es que estoy tan nerviosa que me cuesta expresarme. Digamos que esto es una oferta de trabajo. Mejor que te vengas a mi oficina cuando puedas y te explico de qué va la cosa.

Después de hacerle prometer que me iba a pagar el día como horas extra, colgué extrañada. Al menos no me iban a despedir, pero no me explicaba eso de “la oferta de trabajo”. Yo era de las novatas y había decenas de empleadas mejores y, a no ser que alguien buscara a una chacha capaz de hacer silogismos mientras limpiaba la taza del wáter, no me explicaba en qué podía ser mejor mi perfil que el de las demás. Me daba a mí que eso era, simple y llanamente, una excusa para endosarme un trabajo horroroso que previamente habían rechazado todas y cada una de las empleadas de la empresa. De hecho, si cerraba los ojos, casi que podía visualizarme a mí misma al cabo de unos días limpiando las cloacas del Bronx con una máscara de gas mientras un montón de ratas devoraban mis pies como manjar de los dioses. Definitivamente, la idea no me atraía demasiado.

Me cambié rápidamente y salí del apartamento, dejándome a Sven roncando como un jabalí en el sofá con la mano aún metida dentro de los calzoncillos. Pobrecito, el rascarse los cojones lo había agotado tanto que se había quedado dormido…

Tras un viaje en metro lleno hasta los topes, llegué a Manhattan y me planté en la oficina de mi jefa. Antes incluso de que pudiera llamar a su puerta, Helen salió y me recibió con su peculiar sonrisa. Mi jefa a simple vista podía parecer la persona más desagradable del mundo, pero esto sólo era hasta que te sonreía: entonces parecía ya no sólo la persona más desagradable del mundo sino la más desagradable de todo el Universo, incluidos los marcianos verdes y viscosos de las películas.  Seguro que cuando sonreía en presencia de niños, éstos se ponían a llorar en el acto.

-Buenos días, Sophie. Te estaba esperando, pasa.

Le devolví el saludo intentando no fijarme en sus dientes negruzcos y su expresión de hiena y la seguí adentro del despacho. Después de sentarnos y de volverse a disculpar por enésima vez por haberme molestado en mi día libre, Helen carraspeó y empezó a hablar en tono solemne.

-Esta mañana ha ocurrido algo inimaginable, Sophie.

-¿Ah, sí?-no era la mejor respuesta del mundo, pero en aquellos momentos mi cerebro no daba para más.

-Uy, sí, ni te imaginas.-siguió la jefa.-Hemos recibido una llamada en busca de una asistenta. Hasta ahí todo normal, por supuesto. La sorpresa ha venido cuando la señora que llamaba nos ha exigido que le enviemos a alguien con estudios… Y bueno, por eso te he llamado a ti, porque eres la única de nuestras chicas que ha estado en la universidad. Incluso me atrevería a decir que eres la única que ha acabado la secundaria, excepto yo, claro.

-¿Y por qué necesitan una persona con estudios para que les limpie la casa?-pregunté extrañada ignorando el tonillo de autosuficiencia que había usado Helen en su última frase. Tal vez la mujer creía que debían darle una medalla al mérito por haber acabado el instituto o algo así.


-Ni idea.-contestó encogiéndose de hombros.-Pero ya conoces a los ricos; a veces son muy raros y tienen manías incomprensibles…

-Ya lo creo…

-Pero bueno, Sophie, espera que aún no he acabado.-siguió Helen volviendo a mostrar su escalofriante sonrisa.-Todavía no sabes lo mejor… ¿A que no sabes quién requiere de nuestros servicios?

“Querrás decir de MIS servicios, hiena”, pensé para mis adentros, “Porque tú no has pillado un puto plumero en tu vida, explotadora”. No obstante, aquellos pensamientos se tradujeron en una sonrisa inocente a la vez que negaba con la cabeza.

-Pues agárrate porque esto te va a encantar… ¡vas a trabajar en casa de John Lennon y Yoko Ono!

No me preguntéis cómo reaccioné; no me acuerdo.

**************************************

-¡Sven, joder, mueve tu puto culo y busca lo que te he dicho!

-No le hables así a tu casero, Sophie.-dijo con tonillo de prepotencia antes de meterse el dedo en la oreja y hurgársela con energía.-Y tranquila, ahora lo busco; aunque no sé si lo encontraré, creo que lo tiré.

-Si lo tiraste te tiro yo a ti, pero por la ventana.-mascullé atacada de los nervios.-¡Y deja de mirarte la cera que te has sacado de la oreja, asqueroso!

-Podría montar una fábrica de velas, ¿te imaginas?

-¡Sven!

-Vale, vale, ya va…-masculló de mala gana levantándose del sofá y dirigiéndose hacia la estantería repleta de cosas que teníamos en el comedor.-Pero vamos a ver, ¿a ti para qué coño te hace falta ahora una carta astral?

-Ya te lo he dicho: mañana tengo que presentarme ante la Yoko Ono ésa con mis referencias de la empresa de limpieza y mi carta astral. Si no hay carta astral, no hay contrato.

-Ya, claro… Seguramente querrá ver si los astros te predestinan a limpiar la mierda de los demás y todo eso…-rió él irónico.

-Pues con la suerte que tengo, seguro que sí.-le seguí la corriente.-Anda, pedazo de carne con ojos, hazme el favor de buscar la mierda ésa, que necesito que me hagas una carta astral.

-Ya te he dicho que no tengo ni puta idea de cómo hacer eso, Sophie. Me compré aquel libro sobre cómo elaborar cartas astrales sólo porque con él me regalaban una muestra de desodorante.

-Me importa una mierda que sepas hacer eso o no, Sven, si no sabes nos la inventamos y ya está; pero yo paso de gastarme veinte dólares en una maldita carta astral que no sé ni para qué sirve. Para eso la hacemos nosotros siguiendo las instrucciones de ese libraco y me ahorro una pasta.

-¿Y mi mano de obra quién me la paga?

-¿Mano de obra? No me hagas reír…

-¡Ey! ¡Aquí está!-exclamó de repente sacando un libro negro  hecho polvo de la estantería. La portada mostraba la foto de una pitonisa que más bien parecía un putón de polígono industrial con una bola de cristal delante. No es que me inspirara la mayor confianza del mundo, pero bueno, la astrología no es una ciencia que requiera de la ayuda de Albert Einstein, precisamente.

Sin decir nada más, puso el libro sobre la mesa y empezamos a “trabajar” en mi carta astral. Dos horas, seis cervezas y dos porros después, habíamos terminado de elaborarla. Por no estar bien, no estaba bien ni mi horóscopo, pero bueno, confiaba en que la señora Yoko Ono no se diera cuenta de ese pequeño detalle…

***************************

Viernes por la mañana. El día anterior había sido tan frío como el culo de un pingüino, ¿no? Pues bien, ese día el pingüino parecía que se hubiera pasado la noche con el culo metido en una cubitera.

Con la nariz roja y haciendo un esfuerzo monumental por no moquear, me presenté en el lujoso edificio donde Yoko Ono tenía su despacho. Tratando de poner la mejor de mis caras y de parecer una chica de lo más apañada, me presenté a la secretaria que había allí.

-¿Usted es la chica que tenían que enviar de la empresa de limpieza?-me preguntó con cara de estar oliendo mierda.

-Sí, la misma.

-Muy bien, déjeme sus referencias y la carta astral que le han pedido.-me contestó con la misma expresión.-Se lo haré llegar a la señora Ono y si todo está correcto, ya le llamará para decirle cuando empieza.

-¿No va a recibirme ella?

-Yoko Ono es una mujer muy ocupada, señorita.-me replicó airosa.-Déjelo ahí y si eso ya la llamarán.

“Si eso”. O sea, que a la mierda, que no me iban a llamar. ¿Y para eso me había yo pasado la tarde del día anterior inventando mamonadas sobre la posición de los planetas cuando nací? ¡Anda ya!

Salí de allí después de mascullar una despedida de mala gana. Después, con cara de perro, me fui a dar un paseo por Central Park. Al menos, me airearía y se me quitaría la mala leche que me había puesto aquella tiparraca encima.

Lo que no sabía es que mi mal humor estaba completamente infundado. Sí que me iban a llamar. Y sin ir más lejos, al día siguiente.



¡Hola!
¿Qué tal estáis? Bien, como podéis ver, he aquí mi regreso. Vuelvo al mundo fiquer después de un descanso más largo de lo que pretendía caracterizado por la sequía de ideas que he tenido. Pero nada es eterno y hace poco, como un flash, me vino a la mente esta idea después de escuchar una noticia que poco tenía que ver con todo esto por la radio. Ya sabéis que la inspiración es caprichosa y viene en los momentos más inesperados...
Supongo que no hace falta ser muy lince para ver que esto va a ser una comedia, bastante "bestia", o eso pretendo. Espero que os haga pasar unos ratitos de risas a costa de esta Sophie, filíosofa y profesional de la limpieza, a la que le va a tocar trabajar en casa de John Lennon y Yoko Ono en la época del "encierro" en el Dakota. Si al menos consigo que dibujéis una sonrisa en la cara conforme vayáis leyendo los capis, me daré por satisfecha.
¡Saludos y bienvenid@s a esta nueva historia! ¡Y gracias por leer! :)



9 comentarios:

  1. LA PATRONAAAAAAAA!!! VOLVIÓ LA PATRONAAAAAA!!!
    AYYY QUÉ FELIZZZZ!!!!
    Hola hola hola hola Crishtinaaa!!!! Ay, no sabés la felicidad que me da estar escribiéndote un comentario otra vez, yo, que ya me había resignado, que pensaba que nunca más eso sucedería, y hoy, en este domingo, ante esta plaza y este puebloBASTA, VOY A DEJAR DE FLASHEAR PERÓN. Lo que te decía antes, yo que pensaba que nunca más, y sí, hoy volviste!!! Al fin!
    Bueno, como siempre, aparecés o reaparecés con genialidades bajo el brazo. Genialidades que se te ocurren de la nada, porque ese es el efecto del pasto que fumás. Mandame unas semillas, please, que en el pueblo de los hippies no conseguí de ese que fumás XD
    Ok, empezaré a desmenuzar esto. Tenemos a Sophie. Digas lo que digas, yo, por un momento, imagino a la Sofía de Grecia con un balde amarillo, un trapeador en una mano, y una escoba en la otra. La protagonista tendrá otra cara, pero por unos segundos, dejame imaginar eso, por favor!
    Bien, la madre de Sophie se parece a la mía, que dice que con historia me moriré de hambre, que marketing era mejor y yo que no, que qué ignorante. Bueno, en unos años estaré trabajando en casa de Yoko, dame el recado que quieras para ella.
    Pobre Sophie, la vida le dio un buen cachetazo con eso de andar limpiando casas de ricos, que encima deben ser tan hinchas que si un florero está corrido (ya, no te rías con la palabra “corrido”) de lugar medio centímetro, deben hacer flor de escándalo. Y encima el Sven ese. A ver, corazón, echate detergente ahí, así se hace un poco de jabón, ya que te fregás tanto…Las ladillas no son buenas amigas, te lo digo yo. Ehhh, borrá eso.XD
    Pobre chica, está rodeada de gente desagradable, el Sven, la jefa dientenegro y ahora la Yoko. Casi si se hubiera metido de monja la pasaba mejor jajaja. Bueno, por lo menos tendrá contacto con famosos, aunque quizás por eso la japonesa la despida enseguida y…TE ODIO ORIENTAL, ANDÁ A PONERTE UNA TINTORERÍA, QUE PARA ESO SOS JAPONESA.
    Espero que el trabajo ande bien, y si es posible, que se robe muchas cosNADA, NADA, YO NO DIJE NADA. Podría robarse a John, ya que está jeje.
    Y ahora me voy a ir despidiendo, repitiéndote que estoy feliiiz y deseándote mucha suerte en este barco al que te has subido.
    Chauuuu!

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  2. P/D1: aaaaaaaaaaaaaahhhhhhhh post-datas!!!! Otra vez el spam a Cloquell!
    P/D2: Maharishi te desea muchos prr prr para que empieces con buen pie!
    P/D3: Creo que le diré a Sven y a Sophie que me hagan una carta astral, que quiero una pero tampoco tengo ganas de gastar plata. Total, deben ser las mismas mentiras, pero gratis XD
    P/D4: espero ansiosa el próximo! Gracias por reaparecer, seguro que nos vamos a tener que ir a vivir a una fábrica de pañales porque nos vamos a mear de risa.
    P/D5: PATRONAAAAAAAAAA!

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  3. Holisss que buena introducción/Primer capitulo, estuvo muy buenoo, espero q la continues seguido porque se pone muy interesante. Yo la verdad antes odiaba a Yoko Ono pero despues me di cuenta q ella tenia la misma ideologia q John, x algo el se enamoro de ella, y bueno le fui tomando cariño (DE A POCO, no fue tarea facil xDD ).

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  4. Yo también creí que no volverías a escribir y me alegra el haberme equivocado, leí tus otras dos historias pero fui algo así como una lectora fantasma XD, pero ahora pienso comentarte para que sepas que tienes otra seguidora :)

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  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  6. Ha regresado la jefa y señora de los fics! :O
    Me da mucho gusto que estés de regreso, Criss.
    Espero te encuentres bien y, como siempre, te felicito porque de nuevo me has enamorado con tu historia.
    Que gusto saber de ti. :D
    Que estés muy bien y espero subas pronto. Un beso. **/

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  7. Hola, ¿Qué tal? muy buen capitulo de inicio! me agrada Yoko, se que a muchos fans le es molesta, pero a mi por alguna extraña razón me gusta. Me gusta como narras, me gusta Sophie, es divertida e inteligente, estupendo!.
    Primera vez que llego al blog, pero ten por seguro que me verás seguido, porque en verdad escribes muy bien, mucho talento! :3
    un beso! espero el próximo capitulo<3

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  8. OMFG! Volviste!!!! Volviste Crissssss!!!!!
    Para qué, pero te digo que el capi estuvo INCREIBLE! Sophie es Genial, Sven es un Raro, y esa señora... Helen? es una loca marciana.

    Me encanta la idea que das de que una simple empleada llegue a estar relacionada con Johnny y con la Yoko. Eres simplemente maravillosa y escribes como diosa. (jajaja que rimita este no?)
    Voy a estar aquí más seguido vale? Y me encznta que hayas regresado.

    Att: Vale ;)

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  9. Igual estoy yo, quiero ser filósofa y mis padres me dicen, ¿no quieres ser maestra? o enfermera? tal vez veterinaria? abogada?
    Pues no, yo quiero ser filosofa, me vale lo que piensen ellos

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