Aquel otoño me había traído
consigo muchísimas cosas nuevas, tantas que cuando volvía la vista atrás y
repasaba cómo había sido mi vida en los últimos meses, me entraba un vértigo
tremendo. Y toda aquella inmensa espiral de acontecimientos había venido desencadenada
por una sola cosa: mi relación con John se había hecho pública y ya todo el
mundo sabía quién era.
Desde que había aparecido con
John el día del estreno de la famosa película que había rodado en España (y de
la cual desconocía su título hasta pocos días antes de su estreno), mi vida se
había convertido en un completo caos. No podía pisar la calle sin que me reconocieran
y la prensa y las fans de los chicos tampoco parecían dispuestas a dejarme
llevar una vida normal por más que me empeñara. A decir verdad, me había
costado menos acostumbrarme a vivir en una época que no era la mía que a la “fama”.
Aquello, por supuesto, había
traído parejo cambios sustanciales en mi vida. Aparte de haber perdido para
siempre la tranquilidad que me ofrecía el anonimato, también había tenido que
dejar el trabajo en la tienda. Tan sólo había podido aguantar un par de semanas
en el trabajo desde que había salido a la luz lo mío con John, pero es que
trabajar allí se había vuelto imposible: decenas de curiosos colapsaban la
tienda a todas horas para ver a la novia de Lennon, incluso puede que más de
uno tuviera la esperanza de encontrárselo a él mismo en persona allí dentro, y
espantaban a los clientes de verdad, que preferían irse a otros sitios más
tranquilos a comprar. Además, para colmo, una semana después de que todo el
mundo supiera lo mío, unas fotos aparecidas en una revista en las que se veía a
Ringo con Anna y que también dejaban lo suyo al descubierto, habían hecho que
nuestro trabajo en la tienda se hiciera más que imposible en pocos días. De
este modo nuestro jefe apareció en la tienda una mañana y nos invitó, a Anna y
a mí, muy sutilmente pero sin contemplaciones a abandonar nuestro trabajo. No
estábamos saliendo con personas normales, nos dijo, y eso también nos impedía
llevar una vida normal aunque lo deseáramos. Y pese a nuestro cabreo inicial
por todo lo que nos había dicho, no tuvimos más remedio que acabar dándole la
razón: estaba completamente en lo cierto.
Pero a pesar de lo que dijera
John, quien, por cierto, había recibido la noticia de nuestro “despido” con una alegría que a mí me
enfureció, sobre que todo era mejor así, a mí no me lo parecía. Porque una cosa
tenía muy clara: por más que quisiera a John me negaba a ser una mantenida
suya, y menos llevando tan poco tiempo juntos como llevábamos en aquellos
momentos.
Así pues, mis primeras semanas
sin trabajo se convirtieron poco más o menos que en un verdadero suplicio de
puro ocio y desesperación. Y una vez más, tal y como había hecho unos meses
antes cuando había aterrizado en aquel Londres de los sesenta, Anna me salvó la
papeleta. Ella, pese a que también se negara a ser la mera novia de Ringo Starr
y vivir de la sopa boba, había aprovechado la falta de trabajo en la tienda
para dedicarse a una de sus pasiones de toda la vida y que yo desconocía hasta
el momento: tocar el piano. Se le daba francamente bien e incluso un productor
de música clásica se había interesado por ella. Sólo era cuestión de tiempo y esfuerzo
que Anna pudiera vivir de lo que realmente le gustaba desde siempre.
Fue Anna, pues, quien me propuso sumergirme
en “mis verdaderas vocaciones” y fue así como retomé una de mis pasiones; una
pasión, por cierto, que hacía meses que tenía en el más completo de los
olvidos: escribir. Una máquina de escribir de teclas duras pero a la que pronto
me acostumbré como si nada se convirtió en mi compañera de fatigas durante mis
ratos de soledad, ayudándome a dar forma a las decenas de pequeños relatos que
iban apareciendo en mi mente.
Contaba, además, con un corrector
de excepción. John, nada más descubrió mi pasión oculta, se destapó ante mí
como un ávido lector, perspicaz y crítico cuando hacía falta, que releía una y
otra vez todos y cada uno de mis relatos, analizándolos y diciéndome qué le parecían
e incluso proponiéndome pequeños cambios. Me encantaba que hiciera aquello e incluso
me atrevería a decir que se convirtió en un acto íntimo más de nuestra vida
cotidiana.
No obstante, lo que no me gustaba
tanto era su insistencia por intentar publicarlos. Él aseguraba que eran
buenos, que cualquier editor estaría encantado de hacerlo, pero a mí aquella
idea me aterraba. Me aterraba por una simple razón: tenía miedo a que la
crítica me destrozara o me ensalzara sólo por el hecho de ser la pareja de un
Beatle. Si tenía que hundirme o si tenía que triunfar, quería que fuera por mis
propios méritos y por nada más.
Aquella tarde fría y lluviosa del
mes de diciembre había sido muy productiva. John tenía trabajo con los chicos y
yo aproveché mi soledad y el mal tiempo que me impedía salir para apalancarme
en mi apartamento delante de la estufa y escribir de una manera casi febril un
relato que, como el tiempo en el exterior, era gris y oscuro, pero con el cual
me sentía extrañamente satisfecha. Contenta, puse el punto final y saqué la última
hoja de la máquina de escribir. Empecé a revisarlo, bolígrafo en mano como
siempre, intentando avistar cualquier error que se me hubiera colado mientras
escribía. Y así estaba, concentrada en la lectura cuando, a los pocos minutos,
sin llevar todavía ni media página leída, llamaron al timbre de manera
insistente.
Levanté la cabeza sin poder
evitar dibujar una inmensa sonrisa en mi cara a la vez que dejaba la hoja que
estaba leyendo sobre la mesa. Reconocía demasiado bien aquel modo de llamar al
timbre como para no saber quién era. Me puse en pie apresurada y abrí la
puerta. Allí, efectivamente, me esperaba un John que parecía extrañamente
feliz.
-Hola, preciosa.-me saludó nada
más me vio antes de darme un beso.-¡Vaya, qué calentito se está aquí! No sabes
el tiempo de perros que hace afuera…
-Hola, Johnny.-sonreí yo cerrando
la puerta nuevamente tras nosotros a la vez que él se dejaba caer sobre el
sofá.-Un día vais a caer tú y el sofá al piso de abajo.
-Vamos, Bri, no te quejes tanto y
vente aquí a mi lado.-me contestó divertido.
No quise contestarle nada y me
fui con él, sentándome a su lado. Nada más lo hice, John dibujó una inmensa
sonrisa en su cara a la vez que me rodeaba los hombros con su brazo y me
acercaba a él.
-Oye, Johnny…-pregunté medio en
serio medio en broma, mirándolo.-¿Y esa felicidad que traes encima a qué se
debe?
John soltó una pequeña carcajada
antes de contestarme.
-No se te escapa una, ¿eh?-dijo
al fin.-Viene a que… Mi novia me ha invitado a quedarme a dormir hoy en su
casa.
-¿Ah, sí? ¿Te ha invitado?-le sonreí
yo pícaramente.
-Y si no lo ha hecho me invitará,
que lo sé yo…
Antes incluso de que pudiera
decirle nada, John me plantó un beso de lo más tierno al que, obviamente, fui
incapaz de resistirme.
-Creo que me has convencido,
invitado.-susurré cuando nos separamos.
-¿Ves? Te lo había dicho.
Le di un toque en la nariz
divertida antes de plantarle otro beso, esta vez en la mejilla.
-Pero ahora en serio, Johnny, muy
contento te veo yo hoy…-le dije. Sabía que me estaba ocultando algo, ya lo
conocía lo suficientemente bien.-¿Qué tramas?
John dibujo una media sonrisa y
agarró aire antes de contestarme.
-Vale, Bri, te lo cuento.-suspiró
al fin.-Son buenas noticias, pero… A ver Bri, prométeme que no te enfadarás.
-John… ¿Por qué me tendría que
enfadar si traes buenas noticias?-pregunté extrañada mirándole a los ojos.
-Porque te conozco y tienes
genio.-sonrió él. Por toda respuesta, yo le dediqué una mirada interrogante,
animándole a continuar. No quería prometerle nada porque aquella frase me daba
a entender que me iba a enfadar de verdad.-De acuerdo, está bien, te lo diré…Esta
tarde, cuando he acabado la reunión con los chicos, me he encontrado con Tom.
-¿Qué Tom?
-Tom Maschler, mi editor.
No hizo falta que John me dijera
nada más para que yo entendiera perfectamente por dónde iban los tiros en todo
aquel asunto. Le dediqué una mirada furiosa; tenía razón: efectivamente, me
había enfadado.
-John.-dije secamente.-Dime que
no has ido a ver a tu editor para lo que yo me estoy imaginando.
-Bri, cariño…-me respondió él
confirmando así que mis sospechas eran ciertas.-Son buenos, tú lo sabes. ¡Son
perfectamente publicables!
-No me puedo creer que hayas
hecho esto a mis espaldas.-mascullé enfadada girando la cara para evitar la
caricia que John había empezado a darme.-Ya hemos hablado de esto muchas veces
y sabes lo que opino al respecto.
-No me hubieras dejado de no
haberlo hecho a tus espaldas.-suspiró.-Bri, mira, le he enseñado uno de tus
relatos a Tom y le ha gustado muchísimo. Él opina lo mismo que yo.
Me mantuve unos segundos en
silencio, pensando. Estaba enfadada con él, sí, pero más que nada estaba
aterrada ante la idea de que las cosas no salieran bien sólo por el simple
hecho de que mi pareja fuera quien fuera.
-Ey, cariño…-susurró él
suavemente pasándome la mano por la cara de nuevo. Aquella vez, no me aparté:
estaba demasiado metida en mis pensamientos como para hacerlo.-Le he comentado
todo lo que dijimos, todo lo que no te hace gracia...
-¿En serio?-pregunté queriendo
sonar lo más sarcástica que pude.
John soltó un suspiro, resignado
antes de continuar hablando.
-No te me pongas en ese plan
ahora, por favor.-masculló.-Escúchame… Tom me ha propuesto algo perfecto, algo
que borraría de un plumazo todas tus preocupaciones.
Me volví hacia él y lo miré
intrigada.
-¿Qué te ha dicho?-me sorprendí
preguntando, curiosa.
-Me ha dicho que podrías publicar
tus relatos bajo pseudónimo.
Me quedé mirándolo casi con la
boca abierta. Aquella idea, tan simple, no se nos había pasado por la cabeza a
ninguno de los dos. Y era verdad: si publicaba bajo pseudónimo y conseguía
mantenerme bajo esa identidad al menos al principio, todos mis temores no
tenían ningún fundamento. Era, por así decirlo, la única manera de ver si
aquello que hacía con tanta pasión valía o no valía la pena de verdad, sin
tener en cuenta otros aspectos de mi vida personal.
-¿Verdad qué es genial?-preguntó
John sin poder evitar soltar una pequeña risita cuando vio mi cara.
-Pues…-mascullé.-No lo había
pensado, pero…
-Vamos, Bri, no me vengas con
medias tintas. ¡Sabes que es perfecto!
Sin darme ni siquiera tiempo a que
pudiera contestar nada, John me abrazó, contento. Sabía muy bien que había
conseguido convencerme, pero también sabía igual de bien que no iba a darle, al
menos en un primer momento, la razón de manera abierta. A aquellas alturas ya
empezábamos a conocernos bastante bien como para saber de qué pie cojeábamos
cada uno.
-Quiere verte antes de
Navidades.-me dijo cuando se separó de mí.-Ya verás como todo sale bien.
***********************************
Jueves, 9 de abril de 1987
Londres
Aún notaba como las lágrimas,
cálidas y húmedas, resbalaban a través de mis mejillas mientras todo el mundo
me clavaba la mirada. Ni siquiera el firme abrazo de John, algo que siempre me
había servido para evadirme de todo, era suficiente para tranquilizarme. Y es
que aquel silencio, aquel dolor, aquella incertidumbre que podía percibir en
los rostros de todos se me hacía prácticamente insoportable.
De este modo, me solté suavemente
del John y me puse en pie de repente, decidida. Necesitaba escapar de allí,
estar sola. Necesitaba aire antes de que acabara ahogándome allí mismo del
agobio.
-Voy un rato al porche.-les
aclaré a todos a la vez que me secaba las lágrimas con la palma de la
mano.-Necesito estar sola.
Sin tan siquiera esperarme a que
nadie dijera nada, me encaminé hacia la puerta del comedor con paso firme.
-Briseida, no puedes…-empezó a
decir Greg poniéndose de pie casi de un salto.
Me volví hacia él, dispuesta a
decirle algo, pero antes de que yo pudiera hacerlo John se puso en pie también,
interponiéndose entre Greg y yo.
-Déjala.-siseó sin ser capaz de
ocultar la rabia que sentía hacia aquel hombre.-Déjala, joder.
-Pero…
-No se te ocurra acercarte a ella
para nada, cabrón.-le interrumpió John, amenazante.
Greg soltó un bufido de
resignación.
-Está bien.-claudicó al fin antes
de volverse a sentar en el sillón que había estado ocupando hasta aquel
momento.-Como queráis.
Le dediqué a John una sonrisa
triste a modo de agradecimiento y salí de allí, sin más. Salí por la puerta de
la cocina al jardín posterior y me apoyé en la barandilla del porche,
pensativa. Era de noche cerrada y hacía frío, incluso había empezado a
lloviznar, pero aquello, a mí, era lo que menos me importaba en aquellos
momentos. Saqué de mi bolsillo el paquete de cigarrillos que le había pillado a
John aquella misma tarde y me encendí uno. Ya daba igual que fumara o no, ya
daba igual todo, y, además, aquello me ayudaría a relajarme un poco.
Ni siquiera tomé consciencia de
cuánto pasé allí ni de cuántos cigarrillos seguidos me fumé, pensando en todo,
llorando a ratos y recordando todo lo que había vivido todos aquellos años
junto a las personas que más feliz me habían hecho.
Tal vez por eso, por aquel
encierro que había hecho en mí misma, ni siquiera me di cuenta de que no estaba
sola hasta que una tos forzada para llamar mi atención sonó a mi lado.
Sobresaltada y molesta por aquella interrupción a mi soledad, me volví. Sólo
cuando vi a Julie allí a mi lado, triste como nunca en su vida la había visto,
me olvidé de todo aquello. Ella, la alegría personificada, ahora parecía un
alma en pena. Mentiría si dijera que no se me cayó el alma a los pies cuando lo
vi así.
-Julie, cariño…
-Hola, mamá.-susurró.-Siento
haberte molestado.
Me autoimpuse dedicarle una
sonrisa antes de rodearle los hombros con el brazo.
-No pasa nada, cariño. Tú no
molestas nunca.
Hubo unos segundos de silencio
entre las dos.
-Mamá…-susurró de repente
Julie.-¿Es…? ¿Es cierto todo lo que dice ese hombre sobre ti?
Tragué saliva antes de contestar.
Ella ya sabía de sobras cual era la respuesta, pero exigía una confirmación por
mi parte. Una confirmación, por cierto, que yo no podía negarle.
-Sí.-murmuré yo con un hilillo de
voz, abrazándola aún más fuerte contra mí.
-Entonces…¿vas a nacer ahora?
¿Eres más joven que yo?
La pregunta de Julie de tan rara
como era y, tal vez, de tan banal no pudo menos que arrancarme una sonrisa
sincera.
-Julia, no seas ridícula.-le
contesté intentando parecer divertida ante la situación.-Tengo cuarenta y seis
años, por supuesto que no soy más joven que tú.
Julie me dedicó una media
sonrisa, aunque se la veía inmensamente triste de todos modos.
-Casi cuarenta y seis. Aún falta
un rato para que nazcas.-me corrigió ella borrando automáticamente la sonrisa
de la cara: no hacía falta ser muy ancho de miras para saber que ella estaba
pensando, como yo, en lo que iba a suceder cuando realmente cumpliera los
cuarenta y seis.-Mamá…-susurró al cabo de unos segundos con un hilillo de
voz.-Yo… Yo lo único que quiero es que estés bien. No… No te vayas.
Apenas pudo acabar de decir esa
última frase antes de que la voz se le rompiera totalmente y empezara a llorar
dolorosamente a mi lado. La abracé. La abracé fuerte entre mis brazos sin poder
contener yo tampoco mis lágrimas. Y allí, en medio de aquella noche fría y
desapacible, madre e hija nos mantuvimos unidas en aquel abrazo, llorando en
silencio, sin estridencias, pero con el peso más grande en el alma que habíamos
tenido jamás.
***********************************
El ruido de la televisión de los
vecinos me despertó de buena mañana. Ya estaba empezando a hartarme de ellos y
de su manía de ver las noticias de la BBC a todo volumen de buena mañana. Abrí
los ojos molesta y solté un resoplido de fastidio. No obstante, enseguida
esbocé una sonrisa cuando vi a John durmiendo plácidamente a mi lado, ajeno a
todos los ruidos y hecho un ovillo. Sin poderme resistir, le di un suave beso
en la mejilla apenas imperceptible para no despertarlo, antes de levantarme con
cuidado de la cama y salir silenciosa de la habitación.
Me metí en la cocina dispuesta a
preparar el desayuno y, cuando ni siquiera no había ni empezado, escuché la
puerta de mi habitación abrirse de nuevo. Me volví hacia la puerta, sonriente,
justo en el momento en el que un John con cara de sueño con una pinta de lo más
graciosa aparecía por allí.
-Buenos días, preciosa.-saludó
con la voz todavía pastosa.
-Buenos días, guapo.-le devolví yo
el saludo.-¿Qué tal has dormido?
-Qué preguntas haces… Siempre que
duermo contigo, duermo genial, Bri.-contestó acercándose hacia mí y dándome un
beso de buenos días. Le dediqué una sonrisa, sincera.-¿Qué estás haciendo?
-Iba a preparar algo e
desayuno.-le contesté.-¿Qué te apetece?
-Con cualquier cosa me apaño.
Hicimos el desayuno entre los dos
aunque la ayuda de John me sirvió de más bien poco: se le notaba a la legua que
no estaba acostumbrado a preparar nada en la cocina más allá que té o café.
Pero aún así, aquello nos sirvió para pegarnos unas risas mañaneras.
-¿Sabes?-me dijo John nada más
nos sentamos a desayunar ante la mesa del comedor.-Ayer se me olvidó comentarte
algo.
-¿Ah, sí?-después de darle un
sorbo a mi café.-Pues tú dirás.
-Ayer por la mañana estuve
hablando con Mimi.-dijo empezando a untarse mermelada en una tostada.-Se acerca
Navidad y bueno, siempre se me pone en plan pesado para que vaya a visitarla.
-Es normal.-sonreí.-Al fin y al
cabo eres su sobrino favorito, ¿no?
-Créeme: a veces paso de ser el
favorito a ser al que querría matar.-bromeó haciendo que yo también soltara una
risita. Sabía que tenía toda la razón: muchas de las actitudes de John ponían a
la recta Tía Mimi de los nervios.
-¿Y qué te dijo Mimi?
-Me dijo que…-dijo esto y levantó
la cara para mirarme con una sonrisa pícara.-Me dijo que “a ver cuándo me vas a
presentar a esa novia tuya porque a este paso la va a conocer todo el mundo
antes que yo”.
Tragué el bocado que estaba
masticando casi en el acto aun a riesgo de atragantarme. Lo miré atónita. Sabía
que ese momento tarde o temprano debía de llegar, pero hubiera preferido que
hubiera sido más tarde que temprano. No es que tuviera nada en contra de Mimi,
con la que con el tiempo me llegué a llevar más o menos bien, pero las
historias de la tía estricta y cascarrabias que me contaba John me aterraban.
Y, pese a que sabía que tía y sobrino en realidad se adoraran mutuamente y que
Mimi acabaría aceptando cualquier cosa que concerniera a John, incluida yo, por
poco que le gustara, aquel encuentro, sólo de imaginarlo, me ponía de los
nervios.
-Vaya…-mascullé al cabo de unos
segundos obligándome a mí misma a dibujar una sonrisa.-Será fabuloso conocerla.
-Déjate estar de “fabulosos”, Bri.-rió John. Mi cara de
susto debió de ser tan evidente que él, soltando una carcajada, se apresuró a
añadir:-Tranquila, boba… Mimi no es para tanto, ya verás cómo va todo sobre
ruedas.
-Eso espero.-le contesté
volviendo a recuperar la sonrisa.-No me gustaría tenerla en contra.
-Bah, tonterías. No la vas a tener
en contra para nada.-dijo él.
Hubo unos segundos de silencio
mientras comíamos. Yo estaba demasiado concentrada en mis propios pensamientos
sobre cómo iba a ser conocer a la famosa Tía Mimi como para poder entablar
ninguna nueva conversación.
-Oye, Bri…-dijo de repente John,
rompiendo el silencio, al cabo de unos instantes.
-¿Qué?
-Pues que…-sonrió.-Tú vas a
conocer a Mimi ya, ¿no?
-Eso parece.
-Entonces… ¿Para cuándo un
viajecito a España para conocer a tu familia?
Afortunadamente, no estaba
masticando nada cuando John dijo aquello porque, de haberlo estado, me hubiera
atragantado seguro. ¿Conocer a mi familia? ¡Aquello era imposible! Mi familia
vivía en una época completamente distinta a la nuestra y mis padres no eran más
que un par de niños. Con la desagradable sensación de sentir como la sangre se
me helaba en las venas, le dediqué una mirada cargada de pánico a John.
-¿Qué te ocurre?-preguntó él,
incluso podría decirse que algo asustado.-¿Crees que no les gustaré? ¿No
quieres que les conozca? Nunca hemos hablado de los tuyos, pero si crees que
las cosas no…
Me quedé mirándolo, pensando. En
pocos segundos, mi mente empezó a idear un montón de cosas. No obstante,
descarté pronto las tentadoras ideas de decirle que mi familia había muerto o
que no me hablaba con ellos. Lo descarté por una simple razón: quería a John
con toda mi alma y decirle aquello suponía estar contándole la más vil mentira
que jamás pudiera concebir. Repentinamente, me sentí mal, muy mal, por haberlo
tenido viviendo en un engaño. Yo a aquellas alturas lo sabía prácticamente todo
de él, incluida hasta su extensísima lista de amantes de antes de que yo
apareciera, incluida toda la brutal historia de su infancia y lo mucho que
había sufrido por ello. ¿Y él que sabía de mí? Nada. No sabía absolutamente
nada porque yo jamás se lo había contado por ese afán de guardar celosamente mi
secreto y ,para qué negarlo, también por miedo. Miedo a que John me tomara por
loca y saliera huyendo despavorido de mi vida con la misma velocidad con la que
había entrado en ella.
Clavé mis ojos en los suyos
nuevamente: su mirada, curiosa y preocupada, me desarmó enseguida. Él no
merecía estar viviendo en una mentira, merecía saber todo acerca de mí. Y yo
debería asumir las consecuencias de todo conforme pudiera. Ser sincera con él
iba a ser mi mayor demostración de amor, aun a riesgo de lo que podría suceder.
Agarré aire fuertemente y solté un sonoro suspiro.
-John, he de contarte algo.-murmuré
sin despegar mis ojos de los suyos con un nudo en la garganta.-Tal vez yo no sea
la persona que crees que soy.
-¿Cómo?-casi exclamó él.
-Déjame explicártelo.-suspiré.-Y,
por favor, prométeme que no me tomarás por loca.
-Bri, ¿qué…?-empezó a decir él
casi en un susurro.
-Prométemelo, John.-le corté.-Por
lo que más quieras, prométemelo.
-Te lo prometo, cariño.-susurró
él poniéndome su mano sobre la mía, en un gesto tranquilizador.-Te lo prometo.
Yo jamás te tomaría por loca.
-Eso ya lo veremos…-murmuré yo sonriendo
amargamente.-Bien, de acuerdo, allá vamos. Te lo contaré todo.
Hola! Bueno, aquí me tenéis de nuevo, bastante después de lo que me habría gustado publicar. No obstante, estuve afectada por un virus muy peligroso llamado "pereza crónica" que me impedía ponerme a escribir nada en condiciones. Ey, de verdad, estaba tan así que oye, me ponía a escribir y lo que hacía me salía fatal, así que paraba porque tampoco me apetecía sacar a la luz una mierda de capi, jajajaja.
Y por mí nada más, simplemente agradecer a todas las que estáis ahí, leyendo y comentando siempre.
Besotes genias! Muaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
Hola!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarWow, WOW! Me encanta simplemente como escribes :') Bri le va a contar a John!! Bri escritora? Mhhh que interesante... en este capitulo solo se muestran charlas entre John y Bri, O me equivoco? Muejejejejeeje!!
Espero Que subas Pronto ;D
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEl próximo capítulo es el que he estado esperando desde que Bri y John se conocieron (neta) ya quiero leerlo :O
ResponderEliminarNo se, este capítulo fue muy sensual (yo me entiendo) el chiste es que amo mucho como escribes :')
bueno y ya para terminar... Yo también sufro de esa enfermedad, pero jamás me voy a curar de ella. xP Así que no te preocupes, somos muchos los que sufrimos de esa enfermedad. ^u^
Cuídate mucho Cris te mando un besho. *v*/
ME ENCANTOOO!!!! Puedo presumir que a mi se me ocurrió lo del pseudónimo antes que a Bri o a John, me sentí raramente sobrehumana (? jajajaja
ResponderEliminarJulie es adorable, no sé porqué me la imagino rubia y tiernita :3
Y... MUERO POR EL BOOOOOOM! de cuando le cuente la verdad, yo le hubiera dicho "oh, han muerto" para ponerme así bien dramática y eso, pero lo que Bri va a hacer es muchísimo mejor :3
PRONTO, PUBLICA!
Buenas noches. Nos dirigimos a usted con el fin de informarle nuestro desagrado con su proceder. Estábamos informados que nos contratarían para participar de su fanfic, y a último momento y por causas desconocidas, y además, sin previo aviso, no participamos y no recibimos ninguna explicación al respecto. Sepa que nuestro abogado se pondrá en contacto con usted en breve.
ResponderEliminarSin otro particular,
Saludan atte.:
Los Ositos Cariñositos.
Bueno che, yo llegué a casa y estaba el cartero esperándome con la carta documento en la mano, y la abrí (bueno, ya sé que no se debe abrir la correspondencia) y me encuentro con esto...No sé eh, estos parecen tiernos y buenos, pero ya sabemos que esos son los peores. Si querés te paso el numero de un abogado, es (011) 4756-5458 Es de Buenos Aires, te saldrá cara la llamada.
Y después de este asesoramiento legal, paso a comentaaaarrr! Y me quedó una rimaaaaa! Y no sé por qué gritooooo! Ah ya séeeee! Es porque es el fic de Criiiiissss! Ay la puta, qué insoportable estoy jajajja
Ejem, ejem, ya mas calmada, paso a comentar con mas seriedad aunque no pueda escribir bien, básicamente porque tengo a un gato gritándome y mordiéndome las manos.
A ver...qué joda tan grande ser famoso. Yo quisiera ser famosa y verme en las revistas, pero despues pienso que en las fotos salgo re mal, y si encima estoy en una revista...me agarraría un bajón de autoestima tremendo jajaa. Pero fuera de eso, el salir a la calle y que te corran, digo, te persigan, y te saquen fotos y te hagan preguntas boludas...Naaaaa, no aguantaría. Así que se lo dejo pa’ otros.
Pero...toco el piano! I play the piano! Y toco valsecitos! Qué genial, mi sueño dorado que alguna vez cumpliré. Lo juré y lo haré, aunque sea una vieja jubilada que no entiende nada y me tengas que traer el pegamento de la dentadura porque sef mef caenf losf dientesh m’hija.
Pero lo que es mas genial es que Bri...ESCRIBE! Síiiii!!!!!! Que le dé algo a la Anna, que algún momento del día creo yo que largará el piano (y a Ringo jeje) y hará otras cosas, como leer.
Ah, me olvidaba: exijo la presencia del sindicato de empleados de comercio (SEC) por dos injustos despidos! Vamos compañeros! No nos dejen solas ante la patronal! A defender nuestros derechos de mujeres trabajadoras! Discriminación de género! *arma una bomba con nafta y una botella de coca cola* *la arroja* *incendio*
Cof, cof, cof, después de haber inhalado gases lacrimógenos que la policía nos arrojó (represióoooonn) continúo. John merecería una golpiza de mis escobas mágicas, pero....es tan tierno, que se le perdona todo! Este chico está súper enamorado, me encanta! Es un dulce de leche! Tu mamá debe ser pastelera, para hacer bombones como vos! Bué, me calmo que ya te veo dándome a mí con las escobas mágicas. Pero es que...es tan dulce! Sí, da ganas de matarlo por meterse en cosas que no le incumben, y tomando decisiones, pero su intención era tan noble! Pueda ser que haya suerte y los publiquen y AMPLIO ÉXITO! Y que después se sepa quién los escribe y...MÁS ÉXITO! Y todo así XD
Pero claro. Todo iba super tierno y dulce y rosa XD pero cayó piedra sin llover: la tía. La verdad es que con mis experiencias en tía, mis experiencias tiásticas (¿?) una tía no es una buena señal. Y más cuando la tía es, también, tu suegra. Así se combinan dos elementos maléficos, por lo menos para mí jaja. Mirá si le dice a la tía que es de otra época? Chaaaaann! Jajajajja como que la que va a repartir escobazos va a ser Mimi. Bueno, espero que todo salga bien.
ResponderEliminarY, finalizando, digo algo: nos estabas acostumbrando a que pasaban las cosas come-uñas, o sea, los momentos de ansiedad infinita, en esa condenada noche del 9A (ay...al fin escribo una fecha asi, el numero y la letra....Bué, me emociono por giladas jaaj) pero ahora no...ahora nos dejaste con la intriga clavada en el pecho, con esa revelación, futura revelación....Esto va a ser pa’ morirse del colapso.
Y me olvidaba: puedo adoptar a Julie? Es que, mi vida...es muy dulce y está triste...snif, snif....
Y ahora sí ya me las tomo, ADEUUUUUUUU (leelo como un grito todo afónico de hincha de fútbol jaja)
P/D1: Imperdonable que me haya olvidado de decirte en el texto principal (ah?) que el capi estuvo fabulósico!!! Como todos, obvio. Siempre tan genia vos, no sé cómo no te cansás de ser genia todo el día.
ResponderEliminarP/D2. No more bendiciones, ya tuvo via Facebook, Maharishi sleeps on the impresora.
P/D3: Sino volvés a subir...Feliz viajeeee!!! (para los curiosos que leen esto: Cris va a a hacer un viaje de LSD)
P/D4: Recién vi tuis comentarios en el fic del abuelo. Sí, sé lo que es la solitaria, se cura con ajo o comiendo semillas de zapallo.
P/D5: Soy Isabel. No, no la católica, la madre de María. Alejate de mi hija, es muy peligrosa!
P/D6: Si me agarra el colapso, ya sabés cómo llegar al hospital.
P/D7: Ahora sí me voy. Ah no! Me olvidabaaaa! Me gustó la expresión “vivir de la sopa boba”. La voy a usar!
P/D8: Ahora sí, chauuuu!
Woow! me encanta tu novela (es GENIAL), soy nueva en esto de escribir historias y me gustaría que si pueden lean la mía http://valerie-lovesme.blogspot.com.ar/
ResponderEliminarBesos ♥