Aún recuerdo a la perfección las
caras que pusieron todos cuando nos vieron a John y a mí aparecer agarrados de
la mano en la primera cena de amigos que celebramos después de que iniciáramos
lo nuestro. Todos, excepto Anna, que ya lo sabía y simplemente se limitó a
lanzarnos una sonrisa pícara, se nos quedaron mirando con cara de alucine
aunque, a decir verdad, poco les había costado asumir aquello después de que
John anunciara con la mayor naturalidad del mundo que “estábamos saliendo”. Tal vez, como Anna, ya se lo veían venir
desde hacía tiempo. Y es que, si me paraba a analizarlo en frío, debía de
reconocer que el tonteo entre John y yo había sido muy evidente desde que
prácticamente nos acabábamos de conocer, aunque yo ni siquiera hubiera sido
consciente de ello hasta que no había explotado todo delante de mis narices.
Fue así como de ser “la chica nueva” o “la amiga de Anna”, pasé a ser “la
novia de John” dentro del grupo. Vale, hubiera preferido ser “Bri”, sin más, pero debía reconocer que
aquel pequeño título no me pesaba en absoluto. Estaba a gusto con John,
muchísimo, y era feliz a su lado. Además, y pese a que llevábamos muy poco
juntos, casi podía afirmar con total seguridad que me había enamorado de él
como una boba; una cosa, por cierto, muy extraña en mí, que nunca en mi vida
había sido de enamoramientos fáciles. No obstante John era distinto, muy
distinto a todos los demás. Él simplemente parecía tener todo lo que yo adoraba
combinado en una sola persona y, además, el hecho de que me tratara como me
trataba aún hacía que yo me colgara más por él a cada día que pasaba. Jamás
había pensado que podría sucederme algo así en toda mi vida y secretamente
agradecía aquel extraño capricho que el destino había tenido conmigo al
mandarme a una época que no me correspondía.
Tal vez por esa necesidad que
tenía de estar con él casi a todas horas, me cayó como un jarro de agua fría la
noticia de que en unos pocos días los chicos deberían partir para rodar aquella
película que tenían proyectada desde hacía un tiempo. John me lo dijo una
tarde, en su casa, y debió de notar tanto la decepción pintada en mi cara cuando
supe que iba a pasarme unos cuantos días sin verle, que no pudo menos que darme
un inmenso abrazo a la vez que reía divertido y juraba y perjuraba que sólo
serían unos pocos días de nada. No obstante, a mí aquello no me convenció y me
mantuve enfurruñada el resto de la tarde. Sólo cuando John me dijo que tampoco
tenía ganas de dejarme a mí en Londres y me hizo prometerle que iría a verle
los días que librara en el trabajo, se me pasó un poco el mal humor. Al menos,
el saber que él también querría verme me hacía sentir un poco mejor.
Y allí estaba yo, dispuesta a
cumplir mi promesa, en la estación a las siete de la mañana para pillar el
primer tren del día con destino a Plymouth junto con unas somnolientas Rachel y
Anna.
-Alguna de las dos que me
explique por qué me dejé convencer para que os acompañara en este viajecito.-se
quejó Anna dejándose caer sobre uno de los bancos que había cerca de los andenes.-¡Levantarse
un sábado antes de las seis para venir aquí a pillar un tren! ¡Esto es de
locos!
-Porque a ti también te apetece
verlos, a ellos y al tinglado que tienen montado para esa locura de
película.-contestó Rachel divertida mientras se sentaba a su lado.
-Ya… Casi que hubiera preferido
ver ese tinglado por la tele. O mejor aún, cuando estrenen la peli.-masculló
ella de mala gana.-Ahora por lo menos estaría en mi cama, calentita y durmiendo
y…
-Vamos, quejica, no exageres.-reí
yo.-Además, tenemos un viaje de más de tres horas por delante: ya dormirás en
el tren.
-Mira a la Señorita
Positiva…-murmuró Anna esbozando una media sonrisa burlona.-Lo ve todo bonito
porque se muere de ganas por ver al de las gafitas.
-¡Deja estar al de las gafitas,
Anna!-reí yo.
-¿Me vas a decir ahora que no
tengo razón?
-Bueno… sí, la tienes. Me muero
de ganas.-afirmé divertida justo antes de que el tren que teníamos delante, el
que debíamos pillar, abriera sus puertas.-Así que chicas, no agotéis mi
paciencia y larguémonos de aquí… ¡ya!
Subimos al tren entre las quejas
cómicas que Anna hacía para picharme y nos sentamos en los asientos que
teníamos reservados, en un compartimento de primera clase apartado del resto de
pasajeros.
Pese a las comodidades, el viaje
se me hizo tremendamente largo y pesado, sobre todo teniendo en cuenta que mis
dos amigas se habían quedado dormidas como dos marmotas antes incluso de salir
de Londres y yo, que era incapaz de conciliar el sueño, me había tenido que
pasar el resto del trayecto aburrida como una ostra mientras miraba el monótono
paisaje inglés por la ventanilla. Para colmo, se me había olvidado traerme un
libro o algo para entretenerme, así que me pasé las siguientes tres horas y
media allí sentada y sin hacer absolutamente nada más que mirar mi reloj de
pulsera cada pocos minutos.
-Chicas, despertad…-dije tocando
a Anna y a Rachel, que seguían dormidas como dos bebés, cuando entramos en
Plymouth.
Anna se removió incómoda en su
asiento.
-Déjame, Bri.-masculló.-Estoy
durmiendo.
-Eso ya lo sé.-reí yo.-Pero hemos
llegado.
-¿Ya? ¿Hemos llegado?-preguntó de
repente Rachel abriendo los ojos de par en par cuando me escuchó.
No pude menos que soltar una
risita entre dientes cuando vi su reacción.
-Ya.-contesté.-Estamos entrando
en la ciudad. En nada llegamos a la estación.
-¡Vaya! ¡Qué rápido!
-Sí, rapidísimo…-dije de mala
gana: aún tenía muy presentes las tres horas largas de mierda que me había pasado
allí. Después, mirando a Anna, quien se había vuelto a acomodar en su asiento y
había vuelto a cerrar los ojos, añadí:-Creo que Anna se vuelve de regreso a
Londres durmiendo en el tren…
-Briseida, te estoy
escuchando.-me contestó la aludida todavía con los ojos cerrados.-Ni en broma
me vuelvo yo a Londres después del madrugón que me he pegado. Sólo estoy
relajándome un poco antes de bajar.
-Claro, como si no te hubieras
relajado lo suficiente después de la dormida que te has pegado.-le contesté
irónica a la vez que el tren se adentraba, ahora ya definitivamente, en la
estación de trenes de Plymouth.-Por cierto, ahora sí que es en serio. Hemos
llegado.
Nada más decir estas palabras, el
tren dio una fuerte sacudida al detenerse que hizo que Anna abriera los ojos de
repente a la vez que renegaba por lo bajo con la consiguiente diversión de Rachel y mía.
Agarramos el equipaje y bajamos
del tren tan rápido como pudimos y nos encaminamos hacia la salida de la
estación. Ahora lo más complicado sería encontrar el hotel donde se alojaban
los chicos en una ciudad que ninguna de las tres conocía para nada, así que
decidimos no complicarnos la existencia y nos subimos a uno de los numerosos
taxis que se encontraban fuera de la estación y que nos dejó justo en la puerta
del hotel.
Bajamos del coche contentas por
haber llegado por fin a nuestro destino. Yo por lo menos hacía un buen rato que
no veía el momento de llegar de tantas ganas como tenía de ver de nuevo a John.
De este modo, nos dirigimos decididas a la puerta del hotel. No obstante, justo
cuando íbamos a entrar dentro un tipo trajeado de casi dos metros de alto,
cuadrado y con cara de pocos amigos nos puso la mano delante, cerrándonos el
paso.
-¿Adónde se creen que van,
señoritas?
-Al hotel, señor.-le contestó Anna a la defensiva marcando deliberadamente la
última palabra.-Supongo que eso es obvio.
-¿Tienen una reserva hecha?-nos
preguntó el tipo, serio.
-No.-contesté yo.-Venimos a ver a
unos amigos que se alojan aquí.
-Ya… Esa historia me suena…-rió
el hombretón.-Vamos, largo de aquí las tres. Ahora.
-¿Cómo que largo?-preguntó Anna
indignada mirándolo de hito en hito.
-Lo que has oído, chica.
-Oiga.-intervino Rachel.-¿Acaso
no me conoce? ¿No sabe quién soy yo?
-Por supuesto que no te conozco.
Venga, no tengo tiempo para tonterías.
-¿Pero usted no…?-insistió Rachel
quitándose las gafas de sol y mirándolo fijamente para intentar que la
reconociera. Paul y Rachel habían hecho oficial su noviazgo antes del verano y
casi todo el mundo sabía quién era ya.-¿No lee las revistas o ve la televisión?
Soy la…
-Mirad, antes que vosotras han
venido decenas de fans locas y ya estoy harto.-le cortó de malas maneras aquel
tipo sin tan siquiera dejarle acabar de decir la frase.-Así que largo.
-¡¿Largo?!-exclamó Anna.-¡Pero ni
siquiera has preguntado quiénes somos! ¡Anda, no me hables húmedo, maldito pago!
Anna dijo toda aquella retahíla
de insultos scousers con un acento de
Liverpool tan cerrado que hasta a mí, que me había pasado allí viviendo unos
cuantos meses y me había obligado a aprenderme casi todos los insultos
autóctonos, me costó pillar. No obstante, el “deja de decir gilipolleces” y el “maldito estúpido” sí que lo entendía a la perfección. Los que
parecieron no entender absolutamente nada de lo que había soltado Anna fueron
Rachel y el hombretón de la puerta: sus caras eran un auténtico poema y aquello
hizo que yo me viera obligada a hacer un esfuerzo colosal por contener una
risotada allí delante de todos.
-¿Pero qué has dicho?-preguntó el
tipo mirando a Anna con cara de pocos amigos.
Anna le devolvió la mirada
desafiante y, justo cuando yo estaba empezando a temer que le tradujera a la
cara y sin ningún tipo de problema lo que le acababa de decir, Rachel soltó un
gritó que nos salvó de aquella situación:
-¡George!
Miré hacia el interior,
esperanzada. Efectivamente, George acababa de aparecer por el hall del hotel y
podíamos divisarlo a la perfección desde donde estábamos nosotras. Nada más nos
vio, el chico esbozó una inmensa sonrisa y se dirigió hacia la puerta.
-¡Chicas!-nos saludó.-¡No os
esperábamos hasta más tarde!
-Al final hemos pillado el primer
tren de la mañana, el que salía más tarde estaba completo.-le contestó Rachel
con una sonrisa a la vez que el tipo de la puerta miraba la conversación casi
con la boca abierta por la sorpresa.
-Pues les vais a dar una alegría.-sonrió
George.-Por cierto, ¿qué hacéis plantadas en la puerta que no entráis?
-Eso podrías preguntárselo a
nuestro amigo aquí presente.-le
contestó Anna lanzándole una mirada de soslayo al hombretón que aún teníamos
delante, entre George y nosotras.
-Disculpe…-masculló él con un
hilillo de voz mirando a George.-Pensé que eran…
-Son amigas nuestras.-contestó
George.-Bueno, algunas más que eso, así que…
Sin necesidad de que dijera nada
más, el tipo se hizo a un lado y nos dejó pasar.
-Gracias por todo, simpático.-masculló Anna justo cuando
pasamos por su lado.
El tipo ni siquiera osó a
mirarnos a la cara y, obviamente, se abstuvo de contestar nada. Sabía que había
metido la pata y que lo mejor que podía hacer era callar.
Entramos en el interior del
hotel. El hall, lujoso a más no poder, no dejaba lugar a dudas del tipo de
lugar en el que nos encontrábamos: un sitio que sólo se podían permitir los
bolsillos más privilegiados y al que seguramente yo no hubiera entrado en mi
vida de no ser por los chicos.
-¡Bri!
-¡John!-exclamé a la vez que
esbozaba una inmensa sonrisa, feliz por verle de nuevo.
Antes incluso de que me pudiera
dar cuenta, ya estaba fundida en un fuerte abrazo con él mientras nos dábamos
un intenso beso. Hacía días que tenía muchas ganas de hacer aquello.
-Café.-dije cuando nos separamos.
John soltó una risita divertido
cuando entendió a qué me refería.
-Acabamos de desayunar.-me
aclaró.-Y sí, he tomado café. ¿Cómo ha ido el viaje? No os esperábamos hasta
mediodía por lo menos.
-Al final hemos pillado el primer
tren de la mañana… Nos ha tocado madrugar, pero da igual: ya tenía ganas de
verte.
-Y yo a ti más,
preciosa.-contestó John esbozando una sonrisa tierna que hizo que casi me
derritiera allí mismo. Después, dirigiéndoles una mirada a Anna y a Rachel, las
saludó:-Hola, chicas.
-Hola, John.-contestaron las dos
casi al unísono.
-Ey, chicos, por cierto...-dijo
de repente Rachel, evidentemente ansiosa, mirando a George y a John.-¿Y los
demás?
-¿Por qué preguntas por los demás
cuando quieres preguntar sólo por Paul, Rachel?-le replicó John irónico
haciendo que la chica enrojeciera levemente.-Paul está aún en el comedor. Es un
lento desayunando.
-Yo te acompaño si quieres.-se
ofreció George, amable.
-Sería genial.
Rachel se despidió de nosotros
antes de desaparecer con George. Anna, John y yo, por nuestra parte, nos
quedamos en el hall. Después de acompañar a Anna a recoger al stand de
recepción las llaves de la habitación que tenía reservada en la misma planta
que nosotros y que el resto de los chicos, subimos al ascensor.
-Anna, eres una
cortarrollos.-dijo John seriamente mirando a nuestra amiga cuando las puertas
del ascensor se cerraron tras nosotros.
Anna y yo le lanzamos una mirada
interrogante, sin entender muy bien a qué venía aquel cambio de actitud.
-¿Cómo?-preguntó ella
extrañada.-¿Cortarrollos? ¿Por qué?
-Sí, Anna, sí,
cortarrollos.-respondió John con la misma seriedad.-Porque yo ahora mismo me lo
hubiera montado con Bri en el ascensor y…
Ni siquiera pudo acabar de
pronunciar la frase antes de que Anna estallara en una carcajada y yo le diera
un manotazo divertida en el brazo acompañado de un sonoro “¡Cerdo!” que hizo que él
también empezara a partirse de risa allí mismo. Justo en ese momento, el
ascensor se detuvo y los tres bajamos de allí riéndonos a más no poder.
-Creo que tu habitación está
justo al lado de la nuestra, Anna. Mala suerte, a lo mejor no te dejamos dormir
mucho…-rió John mientras avanzábamos por el pasillo haciendo que yo me pusiera
visiblemente roja.
Anna iba a contestarle algo pero,
en ese preciso instante, la puerta más cercana a nosotros se abrió. Nos giramos
en esa dirección con curiosidad a la vez que Ringo salía de allí. El chico se
nos quedó mirando con una mezcla extraña de alegría y confusión. Tanto Anna
como yo, pero sobre todo ella, esbozamos una sonrisa dispuestas a saludarle. No
obstante, antes de que pudiéramos decir nada, una chica rubia de pelo largo y
bastante atractiva, salió detrás de él. Aquello hizo que las dos borráramos
nuestra sonrisa de la cara casi en el acto.
-Bueno, Rich, nos vemos
mañana.-se despidió la chica antes de salir al pasillo sin obtener ninguna respuesta
por parte de Ringo.-John.-añadió la rubia cuando pasó por nuestro lado.-Adiós.
-Nos vemos, Miranda.-le devolvió
él el saludo con indiferencia.
La chica se alejó de allí
rápidamente y subió al ascensor. Aún escuchamos como se cerraban las puertas,
antes de que Ringo esbozara, ahora sí, una sonrisa.
-Hola chicas.-saludó.-¿Qué tal el
viaje? No creía que vinierais tan temprano.
-Es obvio que no nos esperabas
tan pronto.-le respondió Anna lanzándole una mirada glacial.-Y el viaje genial,
Richard, gracias por el interés.
Tanto John como yo nos quedamos
mirándola estupefactos, primero a ella y después a Ringo, que también la miraba contrariado.
-Oye, Bri.-dijo de repente Anna
volviéndose hacia mí.-¿Te importaría dejarme la maleta en mi habitación?
-¿Cómo?
-La maleta, en mi
habitación.-repitió tendiéndome las llaves que minutos antes habíamos recogido.-Si
eso cuando bajéis, dejas las llaves de nuevo en recepción. Si no es molestia,
claro. Es que… Creo que yo iré a tomar el aire un poco. El viaje no me ha
sentado muy bien.
-Claro, como quieras.-dije yo
agarrándole las llaves.
-Gracias.-respondió ella
esbozando una sonrisilla forzada.-Nos vemos.
Y, sin ni siquiera esperarse a
que ninguno de los que estábamos allí le contestara, se dio media vuelta y se alejó
por el pasillo en dirección a las escaleras. Al parecer, ni siquiera iba a
molestarse en esperar al ascensor.
-Oh, mierda, joder…-masculló de
repente Ringo cuando Anna hubo desaparecido.
John y yo no dijimos nada.
-Sólo estaba hablando con Miranda
sobre la escena de mañana…-se excusó él, aunque nadie le hubiera pedido ninguna
explicación.-La he cagado, ¿no?
-Creo que sí.-se limitó a decir
John sin más.
Ringo lanzó un fuerte suspiro,
resignado, antes de cerrar la puerta de su habitación tras de sí, dedicarnos un
escueto “adiós” y empezar a andar,
apresurado, en la misma dirección que había tomado Anna minutos antes.
-¿Quién es esa Miranda?-quise
saber cuando John y yo nos quedamos solos.
-Es actriz.-contestó
John.-Trabaja en la peli.
-Vaya… ¿Crees que Ringo y ella…?
-No, qué va.-se apresuró a decir
él.-Te digo yo que no, aunque Anna parezca no pensar lo mismo.
-Pues ahora sólo falta que ella
le crea.
-Conociéndola, te aseguro que le
va a costar.-sonrió John agarrándome por la cintura y acercándome a él
peligrosamente.-¿Crees que a mí me va a costar lo mismo robarle un beso a la
más guapa?
-¿A la más guapa? ¿Te refieres a
Miranda? No lo sé, depende de si le gustas o no.
-Tonta.-sonrió John antes de
darme un beso al que yo le respondí con ganas.-No, no me ha costado para nada.
¿Me das otro?
Le dediqué una inmensa sonrisa a
la vez que le daba un toque en la nariz. Después, le di un sonoro beso en la
mejilla. Sabía que aquello le divertía y le hacía rabiar casi a partes iguales.
-¡Eh!-se quejó.-¡Eso no vale! ¡Ni
cuenta como beso ni como nada!
-Si quieres uno de verdad, gánatelo.-bromeé
yo.-Y ahora vamos, ayúdame con las maletas o nada de nada de nada, Johnny.
********************************************
Jueves, 9 de abril de 1987
Londres
-¡John, por favor!-grité asustada
cuando por fin reaccioné y vi lo que estaba haciendo.
Él ni siquiera pareció escucharme
mientras la emprendía a golpes con un Greg que ni siquiera hacía el menor
ademán por defenderse. Estaba fuera de sí, furioso como muy pocas veces lo
había visto. Era como un animal herido y rabioso y en aquellos momentos dudaba
de que ni siquiera fuera capaz de escuchar a nadie.
No sé lo que hubiera podido
llegar a pasar si hubiéramos estado solos, si Ringo no se hubiera abalanzado
sobre él y lo hubiera agarrado para obligarlo a parar.
-¡Mierda, John!-exclamó haciendo
un colosal esfuerzo por separarlo mientras lo agarraba de uno de sus brazos.-¡Ya
está bien!
-¡Suéltame, joder!
John hizo un movimiento brusco,
violento, para zafarse de Ringo. Tal vez lo hubiera conseguido si Alex no
hubiera reaccionado también justo en ese momento y hubiera corrido para agarrar
a su padre por el otro brazo fuertemente.
-Papá, por favor.
Más que una orden como la de
Ringo, las palabras de Alex sonaron como una súplica desesperada, suaves pero a
la vez potentes. Sólo cuando escuchó aquello, John pareció relajarse. Le dedicó
una mirada evidentemente arrepentido y dejó de forcejear para soltarse.
Automáticamente, Ringo y Alex le dejaron de nuevo libre.
-Lárgate de mi casa, cabrón.-le
espetó a Greg, que aún estaba en la misma posición.
El hombrecillo le dedicó una
mirada burlona. Lo miré bien, sorprendida; de hecho, creo que todos lo hicimos.
A Greg, pese a que acababa de recibir una paliza brutal, sólo le sangraba
mínimamente la nariz, con un hilillo de sangre tan nimio que parecía burlarse descaradamente
de los golpes que John le acababa de propinar. Cualquiera, con bastante menos,
hubiera acabado como para que le ingresaran en el hospital directamente.
-No.-dijo Greg con total
parsimonia al cabo de unos instantes.-No me puedo ir. Es mi obligación quedarme
aquí y voy a cumplirla.
John y él se aguantaron la
mirada, desafiantes, durante unos segundos. Era tal el odio que destellaban los ojos de John que incluso llegué a temer
que de nuevo se abalanzara sobre él. Entonces, decidí intervenir. Al fin y al
cabo todo aquel asunto iba conmigo y no quería que ni yo ni nadie de los que
estábamos allí presentes volviéramos a presenciar un espectáculo como el de
hacía unos minutos.
-Está bien.-dije con
determinación haciendo que esta vez todos se volvieran hacia mí.-No te vas a
ir, ¿verdad?
-Por supuesto que no voy a
marcharme, Briseida.-me contestó Greg.
Asentí con la cabeza, conforme.
Aunque la simple idea de tenerlo allí me diera asco, sabía que era inútil
insistir en lo contrario; lo único que podía ocurrir si lo hacía era que
empeorara aún más las cosas.
-De acuerdo.-convine.-Entonces,
vayamos adentro. Será mejor que nos sentemos y que todos nos relajemos un poco.
-¡Bri!
El grito de John sonó más a
sorpresa que a otra cosa. Le dediqué una mirada, triste.
-Sabes que será lo mejor,
John.-dije acercándome a él y agarrándole la mano, en un gesto
tranquilizador.-Anda, cariño, no hagamos esto más difícil. Vamos.
Tironeé levemente de su mano,
para obligarle a venir tras de mí. John obedeció, extrañamente dócil. Tal vez
estaba demasiado confuso con todo aquello como para llevarme la contraria.
Todos nos siguieron, en silencio. Había llegado el turno de las explicaciones.
************************************
Había sido un día casi perfecto.
Digo casi porque sólo la pequeña sombra de la repentina desaparición de Anna y
Ringo aquella mañana nada más habíamos llegado, había empañado la felicidad que
había sentido al ver de nuevo a John. Y en eso, en lo bien que me sentía cuando
estaba a su lado, estaba pensando allí en la cama, abrazada a él como si de una
única persona nos tratáramos mientras nos acariciábamos el pelo mutuamente y
nos robábamos de cuando en cuando algún beso cargado de ternura.
-Dime por qué extraña razón no
apareciste antes en mi vida, Bri.-susurró él.
-Tal vez porque era
imposible.-sonreí.-Estábamos muy lejos el uno del otro.
Y tan lejos; y no me refería a
los kilómetros que había entre España e Inglaterra. Hasta ese momento habíamos
estado separados por un inmenso abismo, no sólo espacial, sino también
temporal. Un abismo que jamás pensé que pudiera franquear sin tan siquiera
proponérmelo.
John volvió a dedicarme una
sonrisa y me besó el pelo, cariñoso, antes de estrecharme aún un poco más
contra él. Cerré los ojos, tranquila y dispuesta a dormirme así mismo, en la
paz más absoluta. No obstante, justo en el momento en el que estaba a punto de
quedarme dormida de verdad, un ruido en el pasillo, como si alguien acabara de
tropezar con algo justo delante de nuestra puerta, hizo que abriera los ojos de
nuevo, sobresaltada. John también dio un pequeño salto: al parecer él también
estaba a punto de quedarse dormido y aquello le había despertado de manera
inesperada.
-¿Qué coño es eso?-pregunté con
un hilillo de voz, molesta ante aquella interrupción.
John se encogió de hombros y se
incorporó levemente en la cama, en silencio. Afuera se oían voces. Apenas eran
un murmullo inaudible, imposible de descifrar desde donde estábamos nosotros.
Pero de repente una risa conocida, muy conocida, llegó a nuestros oídos.
Inmediatamente John y yo nos dedicamos una mirada extrañados.
-¿Anna?-preguntamos los dos casi
a la vez.
La risa volvió a repetirse, ahora
mucho más clara que antes. No, no quedaba duda de que era ella. Entonces, otra
risa, esta vez masculina, hizo que John y yo nos volviéramos a mirar, esta vez
con una extraña mezcla de curiosidad, diversión y sorpresa.
-¡Joder!-exclamó John entre
susurros.
-¿Es quién yo creo que es?
-Y tanto que es él.-contestó John
poniéndose en pie de un salto y dirigiéndose hacia la puerta de la
habitación.-Voy a ver.
-¡Johnny!-susurré
divertida.-¡Pero ponte los calzoncillos por lo menos! ¡No querrás salir desnudo
al pasillo!
-Shhhht.-me ordenó callar él
sonriente.-¿Quién te ha dicho a ti que voy a salir al pasillo? Voy a espiar por
detrás de la puerta…
-Cotilla…
-Tú también te mueres de ganas
por cotillear.-bromeó.-Anda, ven. Y tráeme las gafas, por favor. Se me han
olvidado.
Intentando evitar soltar una risa
por la situación allí mismo me levanté yo también de la cama, agarré sus gafas
de la mesita de noche y me acerqué hasta donde estaba John.
-Juguemos a los espias, nena.-bromeó
él mientras yo le colocaba las gafas.-A los espías nudistas.
John me agarró de la mano y me
guió hacia la puerta de la habitación. Nos colocamos detrás de ella y John, con
muchísimo cuidado de no hacer ruido la abrió lentamente, dejando sólo un
pequeño hueco para que pudiéramos ver lo que allí pasaba.
-Esto no está bien…-murmuré yo
divertida sin que apenas se me pudiera escuchar.-Esto es invasión de la
intimidad.
-Shhhht, deja estar la intimidad
y mira.-me respondió John divertido con el mismo tono de voz mientras me dejaba
sitio para que mirara yo también.
Pese a mi discursillo sobre la
intimidad, no dudé en asomarme y mirar. Lo que vi allí, me dejó fría. Y es que
Ringo y Anna estaban a pocos metros de nosotros, justo delante de la habitación
del chico, agarrados de la mano mientras se decían cosas entre susurros y de
cuando en cuando soltaban una risita divertida. Además, sólo faltaba que se
comieran con la mirada.
Con la mano libre, Ringo sacó la
llave de su habitación del bolsillo de sus pantalones y abrió la puerta sin ni
siquiera soltar a Anna ni un solo segundo. Entonces, se volvió hacia la chica,
le dedicó una mirada llena de ternura y le plantó uno de los besos más intensos
que jamás había presenciado en toda mi vida: ya hubieran querido muchas
películas de Hollywood contar con un beso como ése en su repertorio.
Alucinando todavía por lo que
acabábamos de ver, John cerró de nuevo la puerta, con cuidado, sin hacer ningún
ruido y nos quedamos mirándonos durante unos segundos antes de prorrumpir los
dos en una carcajada.
-¡Anda con los dos amigos de la
infancia!-rió John.-Ya era hora, joder. Créeme que estaba esperando este día
desde hacía años, y no te exagero.
-Parece que han decidido
solucionar esa tensión sexual no resuelta.-le repliqué divertida.-¿Crees que
deberíamos pedirles champagne o algo al servicio de habitaciones para que lo
celebren?
-Mejor aún, ¿por qué no nos lo
pedimos nosotros y lo celebramos tú y yo también?-rió John agarrándome
repentinamente por la cintura y plantándome un beso.
-¿Sabes?-le sonreí
pícaramente.-Me parece una idea genial… ¡Celebrémoslo todo!
Y sin necesidad de decir nada
más, los dos nos volvimos a perder en nuestra locura. Jamás me iba a cansar de
aquello. Jamás.
Diez, diez, diez! Llegamos al diez, ladies and gentlemen, llegamos justo justito al Ecuador de este fic! A la mitad, señoras, estamos a la mitaaaaaaaad! Jajajaja. Vale, sí, mejor que me deje de desvariar y vaya a lo que tengo que ir, no? Bien, pues eso, que hasta aquí el décimo capítulo! Espero que os haya gustado (aunque creo que por ahí tengo yo a cierta lectora, a la que por cierto le dedico el capi, a la que sí que le habrá gustado, ¿o me equivoco, María?), como siempre.
Quería aprovechar yo también para hacer unas aclaraciones, unas pequeñas notas del autor (autora, en este caso, jajaja), porque quizá leyendo esto os haya surgido la duda. Cuando Anna, (oh, querida Anna!), le dice unas cosillas al guarda de la puerta del hotel seguramente os habréis preguntado: "Cómo habla esta chica?" Pues bien, Anna habla en scouser como buena liverpudlian que es. Ya sabéis que los señores, por aquellas inhóspitas tierras del norte hablan así como muy raro, con este dialecto particular que tienen, que además cuenta con expresiones propias que hasta a los propios ingleses del resto de sitios les cuesta entender. De ahí que hayan aparecido el Don't talk wet! (no me digas gilipolleces o estupideces o pelotudeces o giladas o como digáis, jajajaja) y el divvy (estúpido), traducidas respectivamente al español.
Y bueno, dicho esto, llega el turno de los agradecimientos y todo eso. Me decís unas cosas muy bonitas, oye, de esas que hacen que me ponga colorada y me den ganas de esconder la cabeza bajo tierra como los avestruces. Bien, gracias por todas esas cosas que me decís, simplemente hago lo que puedo e intento disfrutar con ello. Si el resultado os gusta, pues mejor aún. :) En segundo lugar, darle la bienvenida a Valentina desde aquí. Lo dicho, espero que esto te siga gustando la historia conforme vaya avanzando.
Ah, por cierto, en respuesta a la pregunta que hacía Mane sobre nuestro querido Ayrton... Pues no sé, tal vez deberías preguntarle a la madre de la criatura si el niño sigue dando problemas en el colegio y tirando pintura amarilla a los matones que se meten con ellos, jajajaja. Me ha hecho mucha gracia esa referencia al fic anterior! XD
Y sin nada más, porque si no esta nota se va a alargar más que el capi, que muchísisisisisisisimas gracias a las que leéis, comentáis y estáis ahí apoyando, haciendo posible esto.
Hasta más ver y saludos! :)
En este momento, todas las lectoras de Cris están anotando los insultos en scouse que acaba de mostrar. E incluso exigiendo más.
ResponderEliminarVos sos una maestra en todo sentido, llevás la docencia en el alma (no así la decencia XDDDD) mirá que ponerte a mostrarnos cómo insultar...admirable. Estoy contenta porque cada vez amplío más mi diccionario de insultos multilingüe. Pronto nadie me entenderá cuando lo insulte, y lo disfrutaré. Por ejemplo, el gordo del banco.
Y ahora me pongo a comentarte esta GENIALIDAD. De verdad, te superás cada día! No sabes cómo te admiro! Sos un modelazo a seguir! Una vez te dije que no tengo mucha facilidad de palabra como vos para tirar flores XD pero vos ya sabés que te quiero mucho y te admiro :)
Como ya viene siendo habitual, te leí in the bondi, al lado de un churrrroo (siempre me pasa igual, me quiero matar) que encima estaba con una guitarra. Y yo secándome las lágrimas de la risa. Así no voy a levantar a nadie en el bondi, si siempre estoy leyéndote y por lo tanto pareciendo desquiciada jajaj
Antes que nada, le contesto a Mane: Sí, Ayrton se porta mal pero yo lo apaño. Es más, le he comprado más pintura amarilla. En casa somos así de salvajes, qué vamos a hacer.
Ahora sí, a lo bueno! Vos abés que me duermo en todos lados, en el tren me encanta dormir pero no duermo bien bien porque siempre pienso que me van a afanar algo jajaja pero en el bondi...sin ir mas lejos, hoy me dormí despues de leerte y cuando me di cuenta estaba re cerca de mi casa jajja. Pero igual, nada se compara a dormir en la camita, tapadita hasta la cabeza. Así que no quiero mas viajes mañaneros, por favor.
Ayyyyyyyyyy amo mucho a Bri y John, casi que me casaría con ellos ah re loca jajjaja. Son muy tiernos, me encantan. Están re enamorados y...love, love, love. Igual, son unos atorrantes y unos locos, pero unos locos lindos! Amor eterno a estos dos. Aunque me quieran echar de los ascensores. No pueden esperar un poco, a llegar a la habitación? Qué es esto? Atracción fatal? XDD
Otra cosa. Señor portero, seré mas clara, ya que no entendió mi perfecto idioma: VÁYASE AL CARAJO Y DÉJEME ENTRAR. Ahora sí entendió? O se lo explico a patadas? La gente me saca, siempre me ven cara de buena y piensan que me pueden pasar por arriba, pero no me conocen enojada! Te voy a rompé todo el rancho te voy a rompé!
Y hablando de violencia, y romper, y todo eso...Voy a practicar box, sí, pero de bolsa usaré a...a la rubia esa. Mirá Cloquell, yo iba leyendo muy muerta de risa y de pronto...ay si hubieras visto mi cara, la que se cagaba de risa eras vos y me sacabas una foto y la ponías en facebook. Porque me pesqué una desilusión taaan grande, onda “ay no...bueno...está bien, está con la rubia” y ya como que me iba a abrazar al guitarrista de al lado XDD. Pero bueno, supongo que después de eso Ringo corrió a Anna, para alcanzarla, se entiende. Se entiende, no? No? NO? Jajajjajajajaja
ResponderEliminarAhora paso a otra cosa y me pongo bien seria. Mirá, me acomodo las cejas para parecer más seria y todo. Voy a decir algo que me sale del alma, por las dudas que no haya quedado claro en el capitulo anterior: Greg puto. Y lo digo con mucha bronca, encima el desgraciado ni se lastimó. De qué está hecho, de acero? Estoy tan quemada con Dolina, que en sus libros cualquier mas o menos rara es el diablo, que me parece que el Greg éste es eso, es el diablo, el mismísimo Lucifer. Y sino me parece a mí,a Briseida le parecerá seguro. Oootra vez me dejás intrigadísima, la verdad es que no tengo ni idea de lo que pasará. Ojalá Greg se electrocute con la plancha de la ropa XD
Y ahora....ahora...ahora joda!!!! Jajajja Ayyy...que me emociono y ahjsghdgfjhghg jajjajaja Ringo! al fin! al fin una decisión! Al fiiiiiiinnn!!!!! Que era hora, hombre! Lo amo mucho mucho mucho! Y me parece que como tardaron bastante en decidirse, ahora quieren ganar tiempo y ya pasaron a los bifes jajaja. Muy bien, hay que poblar la Patagonia XD Enserio, muy emocionada yo, ya te podrás imaginar cómo estoy de emocionada jaja (estos “jajaja” son risitas nerviosas, vos entendés)
Y bueno, ahora me voy despidiendo, sin antes rendirte pleitesía y postrarme a tus pies. He aquí la esclava de Cloquel, háganse en mi según tu palabra
Chauuuu!!!!
And now...the post-datas!
P/D1: Ringo te amo
P/D2: Notá mi cambio con respecto a las post-datas anteriores, donde decía Greg puto. Ahora eso ya pasó, ahora todo es RINGO TE AMO. Vení y dame un beso.
P/D3: Me estaba olvidando de algo MUY importarte: Gracias!!! Gracias por dedicarme este capitulo! Ves que no das más de buena? Sos un sol!
P/D4: Otra cosa: dijiste “pelotudeses” y “giladas”. Próximamente te llegará por correo la ciudadanía argentina. No te asustes. XDD
P/D5: Me importa un bledo que te pongas colorada y que seas avestruz. Eso habias dicho, no? Que en realidad son avestruz? Sí ,yo lo sospechaba, yo decia “esta chica debe ser un avestruz”. Ah, me comunican que no, que no era eso. Bue, da igual.
P/D6: Que se ponga colorada! Que se ponga colorada! Jajaja. Genia! Grosa! Hermosa! Guapa! Te hago mil hijos! Ah no, eso no jajjajajaja
P/D7: Me faltaba una cosa: a este capi, ME LO TIRO. Ahora sí, adeu! Bona tarda!
P/D8: Si parezco con hormonas alteradas, la culpable sos vos.
Ay wey! John y Bri son bien cachubis 7u7r y que decir de Anna y Ringo. :33
ResponderEliminarOh estúpido greg u.u Voy a llorar cuando se enteren de lo que pasa con Bri. ;--;
Es que leí Ayrton y recordé a los escarabajos peloteros y morí de risa, después revivi y dije: Mi misma, tienes que preguntar que tal va el pequeño Starkey en la escuela. xP
Sube pronto Cris que me muero por saber que pasará. :* besos
Awww! John y bri son la cosha másh ternuritash de eshte mudosh... sh.
ResponderEliminarJajaja Anna y Ringo son un cuento. Ay anna, hasta que porfin lo lograste eh? Hasta que por fin ...
Ahh! Greg siempre es tan innoportuno. Bri es tan tierna, hasta convence a los impulsos salvajes (muy lindos por cierto) de john.
Cuídate y sube Pronto Cris :3 bye bye.